28 octubre, 2009

Memorias de una operada insurrecta

No he vuelto a escribir nada desde esas líneas. Supongo que el aburrimiento del hospital te inspira, mientras que la tranquilidad de la recuperación en casa hace que huyas de cualquier obligación. Qué bien se está de baja...

Pero bueno, hoy me apetece escribir. No precisamente sobre la operación, pero me veo con la obligación moral de hacer un breve resumen. Y aquí va, "todo fue estupendamente". El asunto de los tubos, las heridas, las grapas, el dolor, lo dejo para mí y para los que me acompañaron en ese momento, no es un tema agradable para hablar de él. Y lamentablemente, estos días no tengo el humor necesario para ironizar sobre ello.

Realmente, no tengo humor para nada. Todo va bien, la recuperación está siendo estupenda y muy rápida, así que no me quejo. Pero comer purés y líquidos no es lo mejor para animarte el día... En resumen, está siendo leve, y aún así, durísimo. No me imagino si no fuera bien...

No quiero coger el teléfono, me da pereza mandar mails, y cualquier cosa que requiera un mínimo de energía descansará para siempre en el baúl de las cosas por hacer. Y eso que tomo vitaminas... Pero necesito un filete, o simplemente, un arroz a la cubana, comer como una persona normal...

Soy una mártir de la causa. Y lo que más me jode, lo que más me encabrona, son todos esos comentarios de lo guapísima que voy a estar cuando esté delgada... Voy a estar delgada, guapísima ya era, joder. Nunca me ha preocupado mi aspecto, soy la persona menos fashion que conozco, y quitando a mi pareja, ni a dios le debería importar cuánto peso. Pero todo el mundo se centra en eso. Da igual que tenga las rodillas jodidas, la espalda hecha una mierda o que en diez años fuera a ser diabética. Lo importante es lo estupenda que me voy a quedar... Estoy hasta los cojones, nunca quise ser delgada, jamás fue mi máxima aspiración. Lo que quiero es poder subir escaleras sin morirme, ¿no lo entendéis?

Sí, estoy triste, cabreada, abatida... Estoy todas esas cosas y más. Pero sé que pasará pronto, justo a las 18.35, esa hora mágica que supone todo el cambio en mi vida, que hace que se me olvide todo lo malo y se me dibuje una sonrisa en la cara. Quiero que sean ya las 18.35...

15 octubre, 2009

Memorias de una hospitalizada insurrecta

Peso --> 107 kg
Altura --> 1'55 m

Odio los hospitales. Como todo el mundo, supongo. sólo que antes lo hacía de modo romántico y ahora es de un modo real. Los odio, y ahora sé por qué.

Llegué, ví y vencí, la primera en la frente. Ponte el camisón y a pesarte. Pero, ¿cómo? ¿Así, sin conocernos? Dame un poco de cariño al menos...

Pues no, sin cariño me enfrento a mi obesidad y saco dos conclusiones:

1.- Estoy gorda. Por lo visto, estar en lista de espera para una operación de obesidad mórbida no me había dado las suficientes pistas. No entrar en la ropa de Zara tampoco ¬¬.
2.- Siempre hay alguien mejor que tú. En este caso, más gorda que yo. Eso ayuda con el shock de saberte gorda tras 29 años ignorándolo...

Bien, ahora llega el otro momento cumbre, conocer a mis fabulosas compañeras de habitación. Tremendo, los 80 no los cumplía ninguna. ¡Así me gusta! Gente con la que poder compartir inquietudes...

A una, que llevaba un mes en coma, se la llevaron por la tarde. Y menos mal, tenía la acompañante más odiosa del mundo. La otra... la otra es otro mundo.

En 24 horas que llevo aquí ha estado callada mientras dormía. Lo juro, el resto del tiempo su voz me acompaña, me arrulla y me saca totalmente de quicio.

Además, con 83 años, está sorda y se le va la olla. ¿Podría ser peor? ¡Claro que sí! Señoras y señores, eso no es nada. Aún falta lo mejor... es numeraria del Opus Dei. Como lo cuento. Así que toda su congregación viene a verla, teniendo temas de conversación tan apasionantes como el diezmo, las convivencias y las itinerancias (que creo que es como el Erasmus, pero con curas :P). Y cuando se queda sola, me habla a mí. Y por las noches me desea que Dios me proporcione una buena noche... Lo flipo. Con suerte, se va hoy mismo, y eso espero. Porque la mujer es maja, pero no la soporto U_U.

De madrugada llenaron la cama del centro con una mujer sudamericana con piedras en la vesícula. Por la mañana, la yaya opusina le ha soltado que ésta es la habitación del cáncer. Había que ver la cara de la buena mujer y su pregunta angustiada cuando me ha visto levantada.

Así que para evitar males mayores me he dedicado a pasear, dejando clara mi rebeldía hacia esta estancia con los gastos pagados en el hotel más cruel del mundo. ¿Y por qué es cruel? Porque llegamos a la parte preparatoria o "cómo torturar a una gorda para que deje de serlo". Y ahí, ahí hay que reconocer que conocían mi punto débil y han sabido usarlo. ¡Me dan comida de dieta! ¡Estoy de la fruta de temporada hasta el higo! Que por cierto, no sé si es o no de temporada. ¿Pero es que acaso no entienden que son mis últimas comidas sólidas en meses? Yo creo que quieren hacerme adelgazar por pelotas y ahorrarse las grapas del bypass.

Pero esto no es todo. Es lo más cruel, pero la tortura no acaba ahí, no. Lluego ha llegado la Crucifixión. Dícese de mí, tumbada en la cama con los brazos en cruz, y una enfermera y una anestesista, clavándome un brazo a un madero o tratando de ponerme una vía, que viene a ser lo mismo. Para que veáis que Dios existe y es un hijo de puta... soy gorda pero tengo las venas más finas que han visto en sus vidas... manda cojones la ironía.

Cuatro pinchazos y muchos "quiero morir" después, puedo presumir de ser la portadora de dos complementos la mar de fashion. En la mano derecha, bonita y calurosa pulsera de plástico con mi nombre y fecha de nacimiento. Os aclaro, es para las enfermeras, que si no, nada me diferenciaría de la yaya opusina (a la que acaban de dar el alta, por cierto). Pues eso. Y en la otra mano, un tubo plasticoso lleno de sangre que sale de mi vena. Fantástico... ¿He dicho ya que quiero morir? Pues eso...

Y por último, mi buena amiga Eparina, un anticoagulante que te ponen en la tripa y que quema como el demonio. Asco de vida...

Y para rematar, durante unos minutos me iban a cambiar a una habitción individual, pero ya no... Le he tenido que hacer algo muy feo a alguien U_U.

Y mañana, a quirófano. Miedito me da, fijo que mi estómago se venga del cirujano por ponerme a dieta. Si otra cosa no, pero mala leche tengo un rato...

Por cierto, cuando me den el alta, esta sección se llamará "Memorias de una futura ex-gorda insurrecta". Sí, me aburro mucho, ¿qué pasa? ¬¬

Esta parte fue escrita el martes 06-10-2009, en un hospital de Madrid.