Los comentarios de Mameluko me han hecho meditar sobre la imagen que tiene el mundo de los roleros.
Supongo que en esto es como en todo, generalidades y más generalidades. No todos los roleros somos iguales, y lo que escriba es sólo opinión personal.
Comencé a jugar, creo que ya lo dije en otra parte, a los 19 años. Y visito asiduamente tiendas de comics, en una de las cuales, incluso me conocen por mi nombre. He oído contar las Crónicas de la Bañera y lo he flipado con los costras que habitan esos ecosistemas. Mi concepto de los roleros, aún perteneciendo a ese colectivo, es bastante negativo. Sería absurdo negar que el mundo del rol está lleno de nerds (diferencio de un modo completamente subjetivo entre friki y nerd. Friki es friki, nerd es el fracasado :P).
Pero unos pocos, sólo unos pocos, tenemos el suficiente seso como para distinguir. Para distinguir cuando soy Constanza de Castiglione, vampiro del Clan Toreador, a cuando soy sencillamente Marga. En primer lugar, porque nunca soy Constanza. Sólo imagino ser ella. Es muy diferente, y creo que cruzar esa línea es la que luego te lleva a "atacar con las garras" en la vida real. Tampoco soy Ely, la estrella del Heavy Metal y madre de 3 hijos (y un cuarto en camino), a pesar de que paso en su piel muchas horas al día.
El otro punto importante y que personalmente odio de los nerds roleros (como Phidias), es la típica frase: "Yo juego al rol para huir de la realidad". No señor, tú eres un triste, y por eso te agarras a un clavo ardiendo para poder ser aunque sea en sueños el tipo guay que te gusta ser, en lugar del mediocre que eres (yo, para eso, como Cristo, "por no ser ni frío ni calor, te expulso de mi boca", o como sea). Yo no juego para escapar de la realidad, juego para divertirme. No quiero ser otro, estoy muy feliz siendo como soy (aunque no negaré que me gustaría tener un cuerpo mucho más delgado :P). Es decir, a mí me llama la atención imaginarme personajes que no soy, buscarlos completamente diferentes a mí, o que sean lo que yo quiero ser y no puedo (un caballero templario, por ejemplo), pero jamás serán yo. Jamás seré ellos. Más bien son mis niños, cosas pequeñas que yo he creado y que existen gracias a mí.
Para mí el rol no es mi vida, no me paso el día pensando aventuras, no me paso el día imaginando qué pasaría si yo realmente fuera un Arryn, Constanza o un elfo guerrero-pícaro ladrón. Esos personajes nacen y mueren con cada partida (a veces de forma literal ;)), el resto del tiempo yo soy yo.
Fuera del rol, parece que hay un paquete de cosas que si eres un friki te tienen que gustar. Tienes que adorar a Lovecraft (que lo adoro, eso es cierto), jugar a Magic (no lo soporto, quiero gritar!!!!!), o a Warhammer (he dicho alguna vez que me parece un timo, pero es que no os imagináis cuanto!!!!!). Te tiene que gustar la literatura fantástica (odio con toda mi alma la Dragonlance y más aún a Palin Majere!!!!!, no soporto Narnia y me parece que el autor de Eragon merecería la cámara de gas), y ahora está muy de moda que te guste Japón. Pues señores, a mí sí que me gusta Japón, y con fundamento. Puedo decir, cosa que no pueden hacer los nerds otakus (palabra con un enorme sentido peyorativo), que a mí me gusta el país porque lo conozco, que me gustan sus costumbres porque las he vivido, que me gusta su arte porque lo he conocido de primera mano. No me gusta el manga, no se escribir kanjis y me parece que los nombres nipos son horribles.
Vamos, que no por ser rolero vienes en un pack. El que nace gilipollas muere gilipollas, seas rolero o ajedrecista. Otra cosa es que el mundo del friki (rol, comic, wargame, etc) atraiga a un mayor número de loosers. Eso es cierto, no se puede negar lo evidente. Pero también hay gente que se toma esto de un modo mucho más sano, y que también podemos discernir cuando nos encontramos ante un estúpido, por mucho que le guste lo mismo que a tí.
Vamos, que ni estamos locos, ni confundimos realidad con ficción, ni mucho menos vamos con cuchillos destrozando la Semana Santa sevillana. Eso lo hacen los gilipollas, y de esos, los hay en cualquier parte.