25 abril, 2008

Tantas cosas...

Tantas cosas de las que hablar, que tengo la sensación de que, al final, no lo haré de ninguna. Han sido un par de días intensos en acciones, sensaciones y ganas de escribir, pero no me apetece hacer una entrada tras otra, así que haré un resumen.

Ayer salí del metro indignada y asqueada, y pensaba escribir una entrada titulada "Qué asco dan los hombres". Pero no tuve tiempo. Una tarde ajetreada y una noche estupenda me lo impidieron, así que se me quitaron las ganas de escribir y el asco de la mañana. Luego pensé en escribir sobre mis clases, sobre el coche y los conductores, sobre el camión rosa fucsia o sobre la obra de teatro que vi ayer. Así que, como digo, hablaré un poco de todo y un mucho de nada.

Lo de los hombres, me explico. Siempre me he considerado pro-sexo masculino. Me llevo mejor con ellos que con ellas, suelo tener más temas de conversación y, en general, me parecen una compañía más agradable. No tengo muchas amigas (mis amigos dicen que no tengo ninguna :P), pero sí tengo muchos amigos. Nunca ha sido un problema para mí, no lo busco, pero siempre acabo con ellos. Pero hay días, momentos, en que lo único que puedes hacer es reprimir las arcadas de asco y hacer piña común con las de tu sexo, por patéticas que te parezcan. Voy al lío.

Ayer a las 15:30 de la tarde, en la línea de metro de vuelta de mi casa (sí, todo me pasa en el metro, es lo que hay... como es un microuniverso en sí mismo...). Entran tres simios con forma humana, moros, con pinta de sucios venidos a más, uno de ellos con gafas de sol (en ese espacio tan luminoso que es el SUB-urbano...) y se hacen los dueños del vagón. Hablan a voz en grito en árabe (¿llevo Manowar en el iTouch y los oigo?) y se mueven muchísimo. En eso que pasa una chica, adolescente, los 17 no los tenía, bastante discretita visitendo, en plan siniestro pero para nada provocativa, delgadita... Y los tres, sobre todo el orangután de las gafas, se ponen a gritarla. Qué asco, por dios... Pero ahí no acaba todo. El de gafas decide colocarse apoyado en la barra central del vagón, de tal modo que si alguien quiere pasar tiene que tocarle, por cojones. Pasa otra mujer, treinta tantos cerca de cuarenta, sudamericana bajita, pantalones vaqueros apretados y camiseta normalita. La tía hace lo imposible por esquivarle, pero no puede. El tío le restriega toda la cebolleta por el culo, lo juro. Y se ponen a gritar, como animales en celo. ¡¡Auuuu!! ¡¡Auuuu!! Yo ya no sabía si vomitar o pegarles un tiro. Por último, una chica va a salir, también en la treintena, bajita y normalita. El tío se pone detrás de ella (el de gafas, los otros dos sólo le hacían los coros), se le pega y empieza a levantar los brazos y a hacer como que se la está follando, movinedo las caderas adelante y atrás mientras hace gestos de "como te coja te voy a meter de todo menos miedo". Mientras siguen "hablando" en voz altísima... Finalmente salen del vagón...

Hay días que me alegro de ser mujer y no precisamente por utilizar Evax, sino por no pertenecer más que con lo justo, a cualquier grupo en el que se pudieran incluir estos energúmenos. Vale, es injusto decir que los hombres dan asco. No son todos los hombres, ni siquiera son una mayoría. Como digo, la mayoría de mis amigos son chicos y he tenido conversaciones con ellos en plan coña sobre tías, y se dicen auténticas burradas. Y jamás me he sentido tan asqueada... Ojalá un camión les atropelle a esos tres orangutanes y les esparza las tripas por una autovía.

Y hablando de camiones, ayer casi me arrolla un trailer rosa fucsia... ¿cómo puede alguien pintar un camión semejante de rosa fucsia? Yo no sabía si apartarme o no, porque no podía dejar de mirar al puto camión rosa fucsia!!!!! Brutal... Al final no me arrolló, me cambié de carril :P.

Esto me pasó viniendo de clase, de una estupenda clase sobre Rafael Sanzio. Me pegué un viaje del copón de ida y vuelta para estar en clase, pero es que adoro a Collar ^_^. Es un solete, sus clases son las mejores sin duda :).

Y después de dejar en mi casa y casi ser arollada por el camión fucsia, salí pitando al metro para llegar al teatro, a ver El pintor de su deshonra. La verdad es que la disfrutamos muchísimo, una obra genial, con un argumento muy español, y sobre todo, un vestuario que valía su peso en oro. Actores competentes y famosos (ver de cuasi prota al segurata de Camara Café casi fue demasiado :P), una adaptación fiel y un decorado sencillo pero funcional hacen de esta obra algo altamente recomendable. Y además, si se va al teatro un jueves, sólo vale 9 euros. Casi como un cine, y desde luego, es muchísimo mejor, al menos que las pelis que he visto últimamente...

Y esta noche, celebración cumpleañera (no mía :P), y partidita de rol de Juego de Tronos. Comienza muy bien el fin de semana... (¿quién coño pinta su camión de fucsia? O_o).

23 abril, 2008

Día del libro

Un año más celebramos el día del cadáver más exquisito, el Día del Libro. Y mi buscador de frases chorras me sorprende con esta:

Los libros no se han hecho para servir de adorno: sin embargo, nada hay que embellezca tanto como ellos en el interior del hogar.

Qué bonito y qué profundo... sin embargo, soy de las pocas personas que conozco que puede decir que me he leído el 90% de los libros de mi biblioteca, y no son pocos. Y algunos, hasta los releo... Y adornar, vaya que si adornan. Sobre todo las casas de determinadas personas. Conozco a gente que tiene la Summa Artis en su casa y que cuando les preguntas por ella te contestan con un "¿lo qué?". Dolor y rabia, qué injusta es la vida...

Yo creo que no lo he pasado peor en toda mi carrera como lectora que con el final del Nombre de la Rosa (a partir de aquí voy a contar dicho final, así que si no lo has leído ni visto la peli, salta al siguiente párrafo). Ese monje comiéndose el libro (¡qué imagen más poética!) o esos Adso y Guillermo tratando de salvar unos pocos legajos del infierno de llamas... Esto me trae a la memoria otro texto, de Pérez Reverte. Una de sus columnas de opinión, no recuerdo en cuál de los libros está recopilada. Hablaba de una batalla en los Balcanes, y de los soldados locales que corrían a apagar las llamas de la Biblioteca nacional (juraría que era en Bosnia, pero no podría asegurarlo), y cómo impotentes, con la cara y las manos llenas de hollín y los pulmones negros de humo, se afanaban en sacar los pocos libros que podían mientras veían, impotentes, como se colapsaba el edificio. Y lloraban. Soldados que vete tú a saber a cuántas personas habrían matado, lloraban por la muerte inocente de miles de libros, de millones de páginas. Y yo los entiendo.

A veces tengo la sensación de que lo único que importa de los hombres, lo único verdaderamente importante, son las grandes obras que unos pocos realizan. La humanidad apesta, pero siempre surgen algunos, pocos, que hacen que merezca la pena. El problema es que luego vienen cuatro gilipollas gritando en nombre de Allàh, de Cristo o de su puta madre, y te queman la Biblioteca. Y a ver qué haces... Pues llenarte los pulmones de humo y tratar de salvar lo que puedas.

Hoy es el día del libro y yo me pregunto otra cosa. ¿Cuántos de los libros actuales merecen ser salvados? ¿Arriesgaríamos la vida por el último de Harry Potter? No lo creo. Tenemos lo que nos merecemos. Desde pequeña siempre me dijeron que leer abría la mente, que ayudaba con la ortografía y que era divertido. Las dos últimas observaciones me las creo. La primera no. Hay gente que lee, pero no se le abre nada. Conozco a muchas personas que disfrutan con Dan Brown (¿le salvaríamos de la quema? ¡Qué coño, si en este caso la hoguera la he encendido yo!), que argumentan que es un gran libro porque está muy documentado... Evidentemente son las mismas personas que no han tenido que hacer un trabajo de documentación en su vida...

Creo que ya me he quejado otras veces del patético estado en que se encuentra la literatura mundial. Y es cierto, cada día me vuelvo más a los clásicos. Al menos sabes que no te van a defraudar al final sacándote (¡¡¡¡¡¡deja de leer si no has leído Harry Potter!!!!!!) a un Dumbledore muerto (que debe parecer mojama ya el pobre hombre) para explicarte de qué han ido las 700 páginas del libro, porque la escritora estaba tan borracha que no se enteró ni ella, y cómo el gilipollas de Harry Potter se sacrifica por todo dios cuando todos veíamos venir que eso era un fraude... Por dios, ¿es pedir tanto una idea original y no una mala copia de Matrix versión mago y túnica? Por lo visto sí...

Lo dicho, deberíamos celebrar el aniversario del Libro Muerto. Porque casi casi, lo está. Y para celebrarlo, me he comprado dos comics, mundo que también está muerto, pero menos ;).

18 abril, 2008

Soy el nuevo mesías

Sí, estoy totalmente convencida de que lo soy... Y no me llaméis egocéntrica. Me explico.
Llevo un año y medio largo trabajando como informática (je je je), y en este tiempo he podido comprobar que los informáticos somos los nuevos mesías.
El otro día había un problema urgente, urgentísimo que solucionar. Bajo al lugar en cuestión y según paso oigo: "Ahh, ya está aquí la informática"... Con una esperanza en la voz, una pasión, una absoluta fe ciega en mí... Vamos, que me sentí como Cristo en sus sermones del monte... Sólo faltaban los Monty Phyton de fondo hablando de narizotas :P.
Los "informáticos" (yo no soy informática, aunque en mi contrato ponga que sí :P) somos los nuevos amos de la religión. Jugamos con la vida de las personas, con su trabajo, recuperamos y borramos documentos vitales a nuestro antojo, creamos o eliminamos virus, y, además, como toda religión que se precie, somos sacerdotes que hablamos en un lenguaje propio e ininteligible para la gente de la calle :). Somos la nueva élite, los Sacerdotes de las Nuevas Tecnologías...
Pero no todo es tan bonito, no... Nosotros también tenemos herejes, como cualquier religión que se precie. Oscuros paganos que odian la informática y los ordenadores, que no saben usar un ratón o copiar/pegar con el teclado. Y ellos son nuestro principal enemigo. Tú llegas allí, con toda la fe a tus espaldas, y te encuentras con un muro de frialdad, y un "habría que tirar a todos los informáticos por la ventana". Ahora entiendo cómo se sintió Jesús... Somos unos incomprendidos...
Así que ya sabéis, si tenéis informáticos en vuestra empresa, cuidadlos bien, mimadlos, y os solucionarán la vida. Si no lo hacéis así, viviréis en el mayor infierno que seamos capaces de convocar!!!! No podréis conectar al Twitter!!!!! MUAHAHAHAHAHAHA!!!!!

10 abril, 2008

Qué cojones tiene Esperanza Aguirre...

Pues sí, qué cojones calza la moza... o el Gallardón, que a estas alturas a mí me da lo mismo.
Os pongo en situación:

8:15 de la mañana de un jueves (pero perfectamente es extrapolable a cualquier día de la semana). Llego al metro, Línea 7. El andén lleno. Pienso... "Vaya, el metro tiene que estar al llegar". Miro el luminoso del tiempo. Faltan 5 minutos para que llegue. Esto, espera que me he perdido.. ¿faltan 5 minutos? ¿En serio? ¿Pero cuánto hace que ha pasado el último?

Pues nada, 5 minutos (largos) después, llega el metro, atestado. Pues allá que nos metemos como podemos los chorrocientos que estamos esperando en el anden. Vamos, me siento como un judío, igualito... apelotonado, con calor y sed, oliendo la humanidad asquerosa, y de camino al infierno, o a mi trabajo, que para el caso...

Pues ahí estoy yo, estoica, con mi libro, apoyada en la puerta. Entra un grupo de cuatro (rumanos, para más señas) y llega una y tiene dos opciones para agarrarse. O poniendo el brazo delante de su amiga, o poniéndolo delante mía, impidiéndome leer y regalándome una maravillosa vista en primer plano de su sobaco... Evidentemente, ha escogido la segunda... Pues nada, ante mi sonoro ¡Joder! y mi perfecta acomodación del libro y todo el peso de mis brazos apoyados en el suyo, ha recapacitado y se ha colocado como cualquier persona con dos dedos de frente haría. Probablemente pensando en que soy una xenófoba, sin reparar que a mí, en cuestión de sobacos, me la pela de donde vengan, pero no me los pongas en la cara, que no trabajo para Sanex...

Pues nada, dos paradas más y entra un padre (sudamericano) con su hijo de unos 4 años... Y se coloca delante mío, con el niño entre los dos... Yo ya no sabía si cortarme las venas o dejármelas largas... Pues mira, malpensada yo. El niño, aparte de los movimientos lógicos en un niño, se ha portado de puta madre. Prácticamente no me ha incordiado (prácticamente porque tal y como iba el metro, con respirar incordiabas a alguien), y las pocas veces que ha hecho algo mínimamente molesto, el padre lo ha evitado ipso facto pidíendome perdón... Joder, a ver si aprenden todos los padres, sobre todo esos putos españolitos que se creen que su hijo es Dios por haber nacido en este país y tener como padres a dos capullos...

Bueno, conseguimos llegar a la parada donde se baja todo el mundo. Puta madre, esto ya pinta bien. Yo sigo ahí, debatiendo si es mejor llevar los ejércitos ante la Puerta Negra o es preciso seguir el consejo de la prudencia y abandonar toda esperanza de... ¡pisotón! Pero me cago en la madre que te parió... Una buena muchacha, de unos 18 añitos (supongo, es que el maquillaje no me dejaba ver más allá), con unos tacones del quince, que va todo mona andando por el metro sin sujetarse a nada, porque claro, eso le rompe la línea de su vestuario, que claro, en el primer vaivén del metro ha perdido el equilibrio y ha venido a por mí, directita a mi pie y a mi libro. El libro lo he salvado (he estado rápida de cojones) pero el pie ha sido imposible... Tras otro sonoro ¡Joder! y que la tía no se dignara ni a pedir perdón (mis Converse y mi camiseta guarra no están a la altura de su dignidad) se ha seguido bamboleando por el vagón de metro... Nena, estás equivocada, eso no es movimiento sexy de caderas... esto es gilipollez...

Vale, llego a mi parada. Salgo, cambio de línea. Llega el metro, hasta arriba también (¿pero qué coño pasaba hoy?). Cuatro paradas y al curro, sin problemas, a tiempo y todo. Casi bendigo mi suerte, casi... hasta llegar a la salida.

Y allí ¿qué me encuentro? Un cartel de Metro de Madrid que dice lo siguiente:
"¡Únete a la ginkana de la Línea 3 de Metro! ¡Vive la aventura de Metro de Madrid!"

Encima con recochineo... Hijos de puta ¬¬

08 abril, 2008

Preparada para la guerra

Pues sí, lo tengo claro. Si algún día tengo que ir a la guerra, yo ya voy sobradamente preparada... Mi barrio es único para eso... Me explico.

Imaginad ante vosotros una enorme pradera, y justo a la entrada un cartel: Campo de minas. ¡¡No hay problema!! ¿Qué es un campo de minas si lo comparas con todas las mierdas de perro que hay en las aceras de mi barrio? No es exageración... hoy por la mañana, en ese momento en que las legañas no te dejan abrir el ojo, he contado 5 deposiciones caninas de diferentes texturas y tamaños (el estudio de los estómagos animales lo haré otro día, que anda que no se aprende ná...) en menos de 10 metros... Eso hace una media de mierda cada dos metros. Pero no, ojalá fuera tan fácil... los simpáticos dueños de los perritos hacen que estos se pongan a miccionar (y lo que no es miccionar) en cadena y haciendo dibujitos. Tenemos así tres de estas bellas esculturas urbanas colocadas de tal modo que son imposibles de esquivar y tienes que dar un ágil salto... A las 8 de la mañana y lloviendo, tócate los cojones... Vamos que ríete tú de los campos de minas...

Pero eso no es todo. Cuando has sobrepasado el entrenamiento de las armas antipersonas, te asalta el ejército zombie... Sí, sí, debo ser el único barrio del mundo que cuenta con su propio ejército de zombies, los yonkis. ¿A qué pensábais que los yonkis eran ochenteros? Pues no, algunos, pocos pero suficientes, han conseguido sobrevivir gracias a la metadona... Y todos viven en mi barrio.

Así que cuando consigues saltar/esquivar/fulminar las minas antipersona, te ataca inmediatamente una perfecta fila ordenada y coordinada pidiendo dinero para comer... Me darían pena si no fuera porque el líder es mi vecino y se que para comer precisamente no le falta...

Así que ahí estoy, luchando contra los ejércitos enemigos, que son espectros del anillo de poder (metadona!!!), que ansían y odian el objeto que les ha convertido en lo que son, pero poderosos en su maldad (sí, aún a día de hoy te sacan la jeringuilla y te amenazan con pegarte el SIDA...). Mientras esquivo mierda, claro, que como te descuides...

Ahhh, y no olvidemos a la caballería, en forma de jóvenes bakalas de 15 años, embutidos en vaqueros de cintura baja y con más peso en oro que en cerebro (aunque eso es fácil), que cabalgan a lomos de una vespa, de esas a las que hasta yo puedo ganar corriendo (y correr no es lo mío, francamente...). Pero ahí van, como si fueran la élite del ejército prusiano, dando caña al acelerador para demostrar que han tuneado el silenciador... vamos, que lo han quitado... Y lo que es peor. ¿A qué todos escucháis en vuestra mente la cabalgata de las Valkirias cuando os imagináis una carga de caballería? Pues yo no tengo que imaginarlo, no... Antes de verlos oigo su inexistente silenciador y, lo que es peor, el móvil a todo trapo!!!! ¡¡Con altavoces!! Pero por favor, si parecen los raperos de los ochenta con el loro al hombro... ¿Quién coño se compra altavoces para el movil?

Pues ahí estoy, viviendo en un barrio estupendo, con una arquitectura moderna y funcional, bonita, zonas ajardinadas y sitio para aparcar... En teoría tendría que ser el barrio perfecto, lo suficientemente cerca del centro como para sentirse en la ciudad, y lo suficientemente alejado como para que sea tranquilo... Claro, si no estuviéramos en guerra...

A veces pienso que debería salir de casa con un chaleco de kevlar, pero... ¡¡seguiré pisando una mierda de perro!!

05 abril, 2008

O_O