23 abril, 2008

Día del libro

Un año más celebramos el día del cadáver más exquisito, el Día del Libro. Y mi buscador de frases chorras me sorprende con esta:

Los libros no se han hecho para servir de adorno: sin embargo, nada hay que embellezca tanto como ellos en el interior del hogar.

Qué bonito y qué profundo... sin embargo, soy de las pocas personas que conozco que puede decir que me he leído el 90% de los libros de mi biblioteca, y no son pocos. Y algunos, hasta los releo... Y adornar, vaya que si adornan. Sobre todo las casas de determinadas personas. Conozco a gente que tiene la Summa Artis en su casa y que cuando les preguntas por ella te contestan con un "¿lo qué?". Dolor y rabia, qué injusta es la vida...

Yo creo que no lo he pasado peor en toda mi carrera como lectora que con el final del Nombre de la Rosa (a partir de aquí voy a contar dicho final, así que si no lo has leído ni visto la peli, salta al siguiente párrafo). Ese monje comiéndose el libro (¡qué imagen más poética!) o esos Adso y Guillermo tratando de salvar unos pocos legajos del infierno de llamas... Esto me trae a la memoria otro texto, de Pérez Reverte. Una de sus columnas de opinión, no recuerdo en cuál de los libros está recopilada. Hablaba de una batalla en los Balcanes, y de los soldados locales que corrían a apagar las llamas de la Biblioteca nacional (juraría que era en Bosnia, pero no podría asegurarlo), y cómo impotentes, con la cara y las manos llenas de hollín y los pulmones negros de humo, se afanaban en sacar los pocos libros que podían mientras veían, impotentes, como se colapsaba el edificio. Y lloraban. Soldados que vete tú a saber a cuántas personas habrían matado, lloraban por la muerte inocente de miles de libros, de millones de páginas. Y yo los entiendo.

A veces tengo la sensación de que lo único que importa de los hombres, lo único verdaderamente importante, son las grandes obras que unos pocos realizan. La humanidad apesta, pero siempre surgen algunos, pocos, que hacen que merezca la pena. El problema es que luego vienen cuatro gilipollas gritando en nombre de Allàh, de Cristo o de su puta madre, y te queman la Biblioteca. Y a ver qué haces... Pues llenarte los pulmones de humo y tratar de salvar lo que puedas.

Hoy es el día del libro y yo me pregunto otra cosa. ¿Cuántos de los libros actuales merecen ser salvados? ¿Arriesgaríamos la vida por el último de Harry Potter? No lo creo. Tenemos lo que nos merecemos. Desde pequeña siempre me dijeron que leer abría la mente, que ayudaba con la ortografía y que era divertido. Las dos últimas observaciones me las creo. La primera no. Hay gente que lee, pero no se le abre nada. Conozco a muchas personas que disfrutan con Dan Brown (¿le salvaríamos de la quema? ¡Qué coño, si en este caso la hoguera la he encendido yo!), que argumentan que es un gran libro porque está muy documentado... Evidentemente son las mismas personas que no han tenido que hacer un trabajo de documentación en su vida...

Creo que ya me he quejado otras veces del patético estado en que se encuentra la literatura mundial. Y es cierto, cada día me vuelvo más a los clásicos. Al menos sabes que no te van a defraudar al final sacándote (¡¡¡¡¡¡deja de leer si no has leído Harry Potter!!!!!!) a un Dumbledore muerto (que debe parecer mojama ya el pobre hombre) para explicarte de qué han ido las 700 páginas del libro, porque la escritora estaba tan borracha que no se enteró ni ella, y cómo el gilipollas de Harry Potter se sacrifica por todo dios cuando todos veíamos venir que eso era un fraude... Por dios, ¿es pedir tanto una idea original y no una mala copia de Matrix versión mago y túnica? Por lo visto sí...

Lo dicho, deberíamos celebrar el aniversario del Libro Muerto. Porque casi casi, lo está. Y para celebrarlo, me he comprado dos comics, mundo que también está muerto, pero menos ;).

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