02 diciembre, 2011

Creatividad

Muchas veces he dicho que me encantaría ser creativa. Es mi gran espina clavada, y que no sale ni a tiros. Mi talento (mucho o poco, no soy yo quien debe juzgarlo) narrativo se convierte en un pobre bálsamo, pero necesario, ante esa herida abierta.

Pero hay días en que la envidia me corroe. Cuando veo a gente cuya creatividad, cuyo talento y buen hacer no sólo es evidente sino que te arrolla, te golpea, te pasa por encima y no te permite ni respirar, cuando esto pasa, decía, la envidia crece y crece. Envidia de la mala, en la mayoría de los casos. Y de la buena en unos pocos.

Y hoy voy a hablar precisamente de esos casos. El martes pasado estuve en la presentación de un libro en la Fnac de Castellana. Un libro que es la obra de dos seres creativos, pero no unos cualquiera, sino de esos que arrollan, que son mágicos, cuya luz sirve para bañarte cuando estás cerca. Y coño, además, son mis amigos.

Pero no creáis que ese hecho me quita objetividad. No, no, para nada... Al contrario. Gracias a la cercanía puedo conocer los procesos creativos más de cerca, y darme cuenta que no sólo el resultado es una pasada, sino que todo el camino es alucinante.

Bueno, a lo que íbamos, el martes se presentó en Castellana un libro, este libro:


Cult Movies, Películas para llevarse al Infierno, de Vicente Muñoz y con pictogramas de Julia D. Velázquez. De ella ya hablé aquí. Y es una de mis personas favoritas. Y de mis artistas favoritas. Y no tengo mucho más que decir. Es absolutamente genial.

De él tengo que decir que conozco su obra desde hace poco (poquísimo) pero me tiene enganchada. Estoy terminando ya el libro, y eso que apenas he tenido tiempo para nada esta semana (ya hablaré de mi abandono de la cola del paro en otro momento).

El libro une literatura y cine, cine y literatura, y los pictogramas son como el colofón final, la guinda del pastel, esa imagen que va directa al subconsciente y que, si has visto la peli, hace que pienses "justo eso es", justo una imagen que resume el sentido, el sentimiento de la peli. Es un libro escrito desde el estómago, como yo digo. No es un crítico pagado por la industria para dar publicidad. Y no son pelis al uso. Son filmes especiales, raros, underground, aunque alguno hay más conocido. Opinión personal, crítica constructiva, literatura a raudales y arte, mucho arte.

Y de regalo, un dvd con una peli de animación que aún no he visto, pero que promete. Y es ante estas personas cuando uno siente envidia, pero de la buena. La que te hace pensar, "joder, yo quiero hacer cosas así" para inmediatamente seguir "soy afortunado de tenerlos a mi lado".

Gracias chicos, por permitirnos compartir el nacimiento de este bebé tan genial. Y a todos los demás, el libro es la ostia, os lo recomiendo encarecidamente.

26 septiembre, 2011

Re-encontrarse con viejos amigos

Esa es la sensación, ni más ni menos, cuando cojo un libro de Martin de la saga de Canción de Hielo y Fuego. He terminado hace unos días la quinta entrega (tranquilos, nada de spoilers :P), en inglés, y la verdad es que, aunque prefiero leerlo en el idioma de Cervantes... pues el ansia me puede y no espero :P.

Que me gusta leer es algo que creo que queda claro, jejejeje. Pero es que este hombre... este hombre tiene un modo de escribir que me vuelve loca. Esa capacidad para crear personajes complejos y humanos, con luces y sombras, esa habilidad para llevarte por dónde él quiere, haciendo que odies o adores al mismo personaje tan sólo con unos capítulos de diferencia, esas historias de folletín que se saca de la manga... Ufffff, si es que lo tiene todo.

Después de cinco libros, cada personaje es casi como de la familia. Me veo capaz de anticipar sus reacciones, de saber qué les mueve, sus palabras llegan a mí como frases de viejos amigos... y eso es lo que son. Cada revés se convierte en un palo casi físico, cada triunfo de los favoritos (todos tenemos favoritos, claro :P) es un motivo de alegría.

Normalmente, por mucho que me guste un libro, no consigo identificarme tanto con los personajes. Son historias que les pasan a otros, que leo casi como un voyeur que no debería estar allí. Pero hay un pequeño grupo de autores que consigue llegarme. Tolkien, Pérez-Reverte (sobre todo con el viejo Capitán), y Martin, sobre todo Martin. Y la verdad es que eso lo valoro increíblemente. Ese disfrute de leer página tras página, de ver avanzar con cordura y lógica las cosas, aunque se vuelvan locas y la situación se vaya de madre. Es eso lo que le falta, por ejemplo, a historias como las de Harry Potter o incluso a Dune. Una visión global, un saber a dónde vas, aunque como el propio Martin reconoce, sus personajes tienen vida propia y toman el control llevándole por otros derroteros distintos a los que él tenía pensados. Pero sí que sabe dónde quiere ir a parar, la idea está ahí, no se saca hechizos de la manga y giros de la trama sin sentido.

Siempre he dicho, desde que lo descubrí, que Tolkien era mi Dios. He leído El Señor... pffff, ni siquiera podría contar las veces, pero una vez al año mínimo cae. Sin embargo Martin está ahí ahí, haciéndole una dura competencia. Tanto, que ni siquiera sé cuál de los dos me gusta más ahora mismo, y eso ya es decir mucho. Muchísimo. ¿Tolkien destronado? Ufffff...

Pero ahí estoy, alucinando desde hace días del pedazo de libro que he tenido el placer de disfrutar, del modo magistral que tiene de utilizar el lenguaje para darle a cada personaje su personalidad, de las frases tan impresionantes que se marca... Pero claro, un tío capaz de parar la impresión de su novela para cambiar una sola frase es lo que tiene, que escribe libros perfectos.

No conozco a nadie, a nadie, a quién no le haya gustado Canción de Hielo y Fuego, es increíble. Se lo he recomendado a todo el mundo a mi alrededor, y todos se han flipado. Hasta mi madre (que es una lectora voraz, pero de otra generación). Da igual qué tipo de literatura guste más, Tronos siempre triunfa. Y eso es algo que muy poca gente puede decir. Es el regalo perfecto, sabes que con Tronos aciertas seguro.

Y yo... yo tengo ganas de leer. Y no sé el qué, porque el listón está jodidamente alto después de estar danzando con dragones. ¿Empiezo con El Señor? ¿O caigo en la tentación y comienzo a conocer a los Stark y a los Lannister de nuevo? Ufffff, complicado, complicado... Por ahora, me dedicaré a mis brujitas, pero...

Gracias, señor Martin, por regalarnos esta joya.

09 septiembre, 2011

Hay gente que es gilipollas

Pues eso, hay gente que tú la ves (al menos a mí me pasa) y piensas "es gilipollas", y claro, cuando abre la boca, te reiteras... "Sí, es gilipollas". En mi facultad, sobre todo en el turno de mañana, hay un gran número de esos especímenes, una manada de gente que curiosamente siempre está asociada al arte contemporáneo. Supongo que lo dan tus intereses, cuando te gusta el arte hecho por gilipollas y cara duras (con honrosas excepciones) es que muy lejos no estás...

Todo esto viene a que ayer, después de mi examen, había quedado con dos compañeras que se salen de ese grupo (curiosamente, ambas medievalistas). Y al encontrarlas, estaban con otras tres personas, una chica y dos chicos. En cuanto vi a la tía, lo supe. La certeza me golpeó como un puñetazo en la boca del estómago. Supe que estaba ante un magnífico ejemplar de eso que llamamos una GRAN gilipollas. Y lo demostró. Con una sola frase: "Si alguna vez vais a Roma, hacedme caso que yo he vivido allí. No vayáis al foro, meteos en el museo que hay al lado y así lo veis todo sin tener que entrar. Porque total, ¿qué hay en el foro? Piedras..."

Y yo pensé, piedras y las neuronas que a ti te faltan, subnormal... Yo, prudente, y que no sabía quién coño era esa petarda, decidí no saltarle a los ojos por si era buena amiga de alguna de las dos mías... Y dije aquello de: "hombre, cuando vas con un historiador especialista en la Antigua Roma y te has hecho un viaje sólo para dejar unas flores en el ara de César, te aseguro que si no entras al foro sí que te pierdes bastante... No son sólo piedras". Y te mira y te dice: "¿Estuviste? ¿Y te gustó?" Y claro, ahí notas ese tono de desprecio, esa naricilla subida creyéndote imbécil por dedicar tu atención a unas piedras con 2000 años de historia en lugar de uno de sus ídolos que pegan grillos en la pared, y piensas: "Arwencita, respira, y respira y cállate, porque como hables, la lías". Y claro, el resto de la conversación deriva en lo maravillosa que es ella, y de repente te das cuenta que de las seis personas que estáis ahí, todos tenéis cara de "¿pero de qué va esta tía?"

Y así, sin comentarlo, sin pensarlo, cinco personas con una profunda formación medieval, deciden atacar al atacante, defenderse con la mejor arma... ¿Pero tú crees que Barceló es un genio? Y ahí no hay escapatoria... O reconoce que Barceló es una mierda y ya empieza el ataque a todo el arte contemporáneo, o reconoce que le gusta y se gana nuestro gesto de infinito desprecio. Es lo que hay... Y lo peor es que no es un caso aislado, se da mucho en mi carrera. No sé por qué, hay determinadas personas (curiosamente suelen ser mujeres, muy jóvenes y allegadas al arte contemporáneo) que se creen superiores sólo por eso, gafapastas mal llevadas, modernillas de medio pelo que se creen algo por tener una carrera que es papel mojado en sus manos, porque se han perdido lo auténticamente fundamental en estas ramas de humanidades, que es la formación del espíritu. Y su espíritu apesta.

Fueron 10 o 15 minutos, no recuerdo, pero no pude más. Miré el reloj y aduje una obligación importantísima. Tres medievalistas nos fuimos a hablar de buenos y malos profesores, de buenos y malos compañeros, de buen y mal arte y a disfrutar de una oreja a la plancha como no hay otra. Y qué les jodan a los gilipollas...

Ir a Roma y no pisar el foro... hija de puta ¬¬

03 septiembre, 2011

Como vino, se fue

Debe ser el otoño que se ha echado encima de la ciudad de la noche a la mañana, o los desengaños académicos cuando ves que todo tu esfuerzo de un año se va a la mierda por desequilibrados con asiento fijo, o estar de rodriguez sin quererlo... no lo sé, pero estoy como el día, agilipollá perdía. Es lo que hay.

Soy una persona de temperamento melancólico, como se decía antaño. Siempre me ha gustado esa expresión, me refleja totalmente. Caigo con facilidad en estados de apatía, y vivo mucho, casi demasiado, en el pasado. Mis fotografías son de mis bienes más preciados, más incluso que los libros y eso es mucho decir. Los libros puedo recomprarlos, los recuerdos no. Siempre he pensado que el alzehimer es la peor enfermedad contra la que no hay lucha posible, y que somos exactamente lo que nuestro yo anterior ha querido hacer de nosotros.

En fin, toda esta mierda no sé a qué viene, pero bueno, a lo que iba. Llevo días con una espina clavada, una espina que si bien no duele, molesta una barbaridad. Y sé que son cosas que pasan, que la vida es así, pero... sigue jodiendo.

Soy una persona que, a pesar de ser abierta y sociable (con matices, que luego me venís diciendo que soy una borde de cuidado, y es cierto :P), me cuesta mucho, muchísimo darme a conocer realmente. Hablar con la gente de mis problemas es algo que hago raramente, de lo que realmente me preocupa o marca mi vida. Es cierto que desde hace un tiempo eso no es tan radical como antes, pero... sigue estando ahí.

Pues bien, sé que son cosas de la vida, que a todos nos ha pasado y que nos seguirá pasando, pero cuando una de esas personas que han estado ahí, que han sido tan importantes, sale de mi vida, me cuesta recuperarme. Sobre todo, porque en casi todos los casos, no es una ruptura violenta sino un dejarlo estar, un distanciamiento y siempre la frialdad duele más que una bronca. Es más fácil atacar y defender que, simplemente, dejarlo ir.

Todo esto viene porque hace poco unas personas a las que yo consideraba amigas tuvieron un cambio fundamental en su vida, de lo que me enteré de refilón por Facebook. La relación estaba casi muerta, dando sus últimos estertores, pero hay cosas que... duelen. Por lo que fue, por todo lo que representó, por las horas y horas colgados al teléfono, por los secretos, las confidencias, las risas y las lágrimas, los cafés y las cervezas...

Sé que es un gesto estúpido, casi infantil, pero mi reacción fue eliminarlos del Facebook. Antes se rompían las fotos, ahora son digitales y jamás borraré una foto (ya he explicado por qué). Ahora, se eliminan del Facebook, es lo que hay. Y no son los primeros.

Pero eso no evita que me pregunte, ¿pude hacer algo más? Mi parte racional dice que no, que llamé intentando quedar, que seguí intentando mantener el contacto, pero éste sólo funciona en dos direcciones. Y aún así...

Como digo, no es la primera vez. Nombres se amontonan en mi mente ahora mismo, y sigo teniendo la misma sensación. Se fueron para siempre, asúmelo ya, joder... El Facebook me ha demostrado, como ya dije, que a veces no es para siempre, pero son los menos. Luego viene mi momento "fustígate con el látigo de nueve colas y asume que si no quieren saber de ti es porque eres una loca paranoide que no se aguanta ni ella". Peeeeero, vuelve mi parte racional al ataque y asumo que no, que no siempre tiene que ser todo culpa mía, que una amistad es cosa de dos, es lo que hay. Que la vida cambia para todos, y las cosas que había en común ya no existen, que realmente no es culpa de nadie.

Pero eso no evita que me sienta triste. Por lo que fue y ya no es.

No quiero más "lo que fue y ya no es".

31 agosto, 2011

No, no y no

Llevo unos días escandalizándome cada vez más. No quería hablar, no quiero entrar en polémica, quiero tomarme la vida mucho más zen, pero ya no puedo más. Hoy he visto algo en las noticias (que son malas para la salud) que me ha sacado de quicio.

Y tengo que decirlo. Estoy hasta los cojones de lo políticamente correcto.

Hoy he visto una información, que de ser cierta, demuestra que no sólo somos un país de pandereta, sino también, gilipollas. Nos dejamos manipular y del modo más zafio, cuando nos dicen "¡cuidado! ¡Os quieren obligar a pensar de cierta manera! ¡Mejor piensa como yo, que es lo correcto!" Y no nos damos cuenta que seguimos siendo borregos. Políticamente correctos, pero borregos, gilipollas y lerdos.

La noticia en cuestión decía algo así como que en un pequeño pueblo de Málaga, Moclinejo, van a votar para convertir el lugar en un destino turístico exclusivamente homosexual (y pintarlo de rosa, que ya hay que ser horteras). Y el problema viene con ese "exclusivamente". A ver que yo me entere. Yo voy con mi pareja, heterosexual, y un amigo va con su pareja, del mismo sexo. Vamos a un lugar y a ellos los echan por "maricones de mierda" (en el peor de los casos). Y eso es delito (cosa que me parece perfecto). Ahora bien, vamos los mismos cuatro a ese pequeño pueblo de Málaga, a disfrutar de los espetos, y a mí y a mi pareja nos echan, sin más, porque es un lugar exclusivo gay. Y eso es bueno, moderno, ultra cool. ¡Mis cojones en vinagre! Es el mismo puto perro con distinto collar.

Hace ya un montón de años, demasiados, me enseñaron en los primeros días de carrera que todos somos iguales ante la ley. Mucho antes de eso, mis padres, que son mayores, añejos, de otra generación, me enseñaron que no importa con quién te vas a la cama, si te hace feliz. Que es la cuchara con que vas a comer, y que nadie debe imponerte una mierda. Y con eso me dirijo por la vida. Soy una fanática de la igualdad y del respeto, pero en ambas direcciones. No me digas con quién debo follar, y no te diré con quién debes hacerlo tú. No me digas a qué dios debo rezar, y no me quejaré cuando lo hagas tú. No me trates distinto porque entre mis piernas hay un órgano sexual determinado y yo haré lo mismo. Es sencillo, respétame y te respetaré.

Pero no me vengas imponiendo mierdas bajo la óptica de la modernidad y el progreso, porque no cuela. Me da igual que te pintes de rojo, de azul, de blanco y amarillo, o del color que te salga los cojones. Si me dices que a un lugar no puedo ir porque es exclusivo para gente que folla con determinada gente, me quejaré. Porque me recuerda mucho a otros tiempos, y a otros colores. Porque, joder, debo ser daltónica, o no diferenciar la izquierda y la derecha. Pero a mí el discurso me suena igual. Me están obligando a comulgar con ruedas de molino. Y por ahí, señores, no paso. Me da igual que lo llamen fascismos o discriminación positiva. Es una puta discriminación, y es ilegal, inmoral y me saca de quicio.

Cuando conozco a una persona, me importan tres cojones si es rubia o morena, alta o baja, hetero o gay. Exijo el mismo trato hacia mí, ni más ni menos. Exijo libertad, justicia e igualdad de trato. No quiero guettos, de ningún tipo. Ni leyes de paridad estúpidas que ni son de paridad ni son estúpidas, porque benefician a los de siempre, los que chupan del frasco.

Ya está bien. Dejemos de ser borregos en nombre de lo políticamente correcto, y seamos simplemente respetuosos. Y sí, esto va también por las JMJ. Coño, que también se paralizó Madrid cuando ganamos el mundial y no oí quejarse ni a Dios (nunca mejor dicho). Vive y deja vivir. Y esto va para TODOS.

Coño ya.

11 agosto, 2011

El príncipe azul

Quería que mi próxima entrada hablara sobre la visita que hice hace unos días a las ruinas del monasterio de Santa María la Real, pero es que llevo de un tiempo a esta parte escuchando algo que me saca de quicio. Me explico.

He escuchado, leído, visto en varios lugares y medios decir a varias mujeres una frase estupenda, modernísima y fantástica, "los príncipes azules no existen". Y al principio, te hace gracia. Después de varias, te das cuenta que se está convirtiendo en una idea común. Los príncipes azules no existen... ¡ni las princesas, no te jode!

Pero ante todo, he de poner mi mas exacerbado grito en el cielo, mi queja más enérgica. Que unas cuantas petardas no hayan encontrado a un príncipe no quiere decir que no existan. Sólo que son unas petardas. Yo puedo decir muy alto que los príncipes azules existen, porque yo tengo el mío.

Puede que no sea un príncipe al uso que me traiga el desayuno a la cama, pero todos los fines de semana (bueno, casi), me hace unos superdesayunos increíbles. Puede que no me compre cada capricho que se me antoja, pero nos hemos podido comprar una casa gracias a su "modo ameba ahorrativa". Puede que no me diga piropos cada día, pero me demuestra de mil maneras diferentes que soy la única. ¡Y una mierda que los príncipes azules no existen! El mío es azul, azul real intenso, imborrable, imperecedero... y único, ese es el problema.

Que yo soy una princesa afortunada, que ha encontrado al príncipe que le da la dosis justa de cal y arena para hacerle feliz. Supongo que ese es el problema. La mayoría de las mujeres están tan centradas en lo modernas que tienen que ser, que ni ellas mismas saben lo que quieren. Pues que se jodan. Pero los príncipes son como las meigas, existir, existen.

He dicho >_<

17 julio, 2011

De ADV, TQD y otras de esas páginas (o tal vez no)

Hoy he visto en TDQ un post de una chica que decía que se iba a someter a un duro proceso quirúrgico para poder perder peso y luego zorrear y vengarse de todos los que la despreciaban por ser gorda. Y me ha puesto los pelos de punta.

Se supone que antes de pasar por una operación así, te hacen una consulta psicológica para estar seguros de que no te operas sufriendo algún desequilibrio. Y digo "se supone" porque la consulta efectivamente se realiza, pero es de cachondeo. Te pones delante de un médico que te dice que la operación no es la panacea universal, que vas a tener que seguir haciendo dieta y que te pregunta si vomitas después de comer. Claro, como que si una fuera anoréxica y quisiera una reducción de estómago lo iba a confesar así, alegremente... Es por esto que luego aparecen casos como el de la chica que comentaba.

Y es lamentable. Lamentable, porque nadie realmente te informa de lo duro que va a ser (y lo es un rato), de lo muchísimo que va a cambiarte la vida, de cómo vas a tener que cambiar todos tus hábitos, quieras o no, de cómo durante dos años vas a llevar una vida normal a duras penas... Nadie te cuenta la realidad. Te hablan, eso sí, de anestesias, cortes, limpieza de puntos y procedimientos quirúrgicos. Pero nadie habla del después, de cuando los puntos se han ido. Y, por supuesto, no pasas por más consultas de psiquiatría después, y creedme si os digo que es cuando más se necesitan.

Esa chica me da pena, mucha pena. No sabe lo que se le viene encima, no tiene ni idea. Y lo hace por los motivos equivocados. Cuando no pueda más de dolor y el único recurso que le quede sea llorar hasta quedarse dormida, cuando tenga que ponerse la heparina durante días y note cómo arde por dentro, cuando vomite cada día hasta perder las fuerzas... entonces, el único consuelo que queda es saber que lo haces porque después estarás mejor, te sentirás mejor, estarás más sana. Dudo mucho que en esos momentos piense en lo buena que va a estar y en cómo se las hará pagar a todos aquellos que la despreciaron... Dudo que ese odio la sostenga cuando no pueda más y lleve dos meses sin comer nada sólido.

Y me parece lamentable que se pueda operar, así, sin más. Sin apoyo, sin nadie que le haga vez que eso de zorrear es lo que menos importa, que no hay mayor recompensa que subir unas escaleras sin creer morir al llegar arriba o poder echarte una carrera para coger el autobús sin tener que estar el resto del trayecto recuperando el aliento...

Sí, la estética importa, por supuesto. Poder entrar en una tienda y encontrar ropa que te valga, dejar de tener miedo a las fotografías o a bailar en público, claro que importa. Pero no puedes basar en eso un cambio tan radical, tan absoluto y drástico de tu vida.

No, yo no soy la misma que hace casi dos años, y no sólo por los 40 kilos menos que peso. Ahora hay muchas cosas que no puedo hacer, pero que se compensan con el resto que sí y que antes no hubiera sido capaz. ¿Ponerme un vestido y tacones? ¡Claro! Pero es sólo una más, y ni siquiera de las más importantes.

En fin, a lo que iba, que esa chica me da muchísima pena. Y a todo esto, os recomiendo las páginas enlazadas, son divertidísimas :P. Me he ido por las ramas, lo siento. Es lo que tiene escribir a vuelapluma y desde el hígado. Que se habla directamente, sin pasar por el tamiz de la racionalidad.

30 junio, 2011

De Facebook y otras redes sociales

Está muy de moda ahora entre politólogos, psicólogos y gafapastas sin dos dedos de frente el avisar de los peligros de las redes sociales. ¡Son malas! ¡El demonio! ¡Cuidado, que viene el lobo! Gilipolleces.

No es la primera vez que tengo que escuchar cosas como estas. Pero algunas, me dejan ojiplática (cómo me gusta esa palabra...). Ayer, viendo las noticias, escuché que un estudio de una universidad española dejaba clarísimo que si pasas más de tres horas frente a un ordenador, es muy probable que acabes enganchado a las drogas. Anfetaminas, marihuana y cocaína decían textualmente... Joder, llevo media vida drogándome y yo sin enterarme...

Las redes sociales son el nuevo caballo de batalla, igual que antes fueron los chats y luego el messenger. Son peligrosos para nuestros hijos, son dañinos, aislan, distancian, hacen caer en depresiones, ¡cuidado! Mamarracheces. Eso, o yo estoy muy enferma, que puede ser.

Tuve mi primer ordenador a los 17. Y mi conexión a internet a eso de los 19. Desde entonces, y a no ser que esté incomunicada en un lugar sin cobertura o en el extranjero, cada día me conecto. Y la mayor parte del tiempo, paso muchas más de tres horas en redes sociales. Y antes pasé tardes enteras en el messenger, y mucho antes de eso, quemé la tarifa plana de Terra durante las noches de los fines de semana en un chat. Aún así, ni me voy a suicidar, ni me drogo salvajemente, ni se puede decir que no tenga vida social.

Comenzaré por el principio. Allá por mis tiernos 19, en Navidades, un amigo de la facultad me invitó a pasar por un chat en el que él participaba. En vacaciones no nos veíamos (algo raro, por lo visto, pero que era norma entre el grupo de amigos), y así podríamos mantener el contacto. Entré, vi y vencí como aquél que dice. No sólo hablé con él, conocí a un montón de gente maravillosa con las que compartí horas y horas de charla, momentos maravillosos de mi vida y otros no tan buenos. Y también conocí a gente que no merece la pena recordar, como en todos los ámbitos de la vida. Al contrario que en nuestra vida "normal", en un chat, en ese al menos, no importaba una mierda tu físico, edad o estatura. Sólo lo que tenías que decir. Para alguien que, a pesar de no estar acomplejado, siempre ha sufrido la tara de ser "la gorda", eso es un mundo. Por primera vez importaba quién era yo, por primera vez se miraba más allá, de entrada, como primera impresión. Y ahora, que venga cualquier gilipollas a decirme que eso es peligroso. Mis cojones.

Como en todo, tiene sus partes buenas y malas. Si no tienes la cabeza amueblada, es normal que acabes donde no debes, hablando con quien no debes y diciendo cosas que no debes. Pero el peligro no es el chat, el peligro es la educación recibida. Joder, yo sé que a un nickname al otro lado del ordenador no debo decirle dónde vivo, por lógica. Ni mandarle fotos de mis tetas... Pero porque he recibido esa educación. Si te sueltan como cabra al monte... la culpa y el peligro no es del chat, la culpa es de tus padres, por vestirte como una puta. He dicho.

Pues eso, que en ese chat fui yo, conocí a gente estupenda, pasé momentos maravillosos y... un día, simplemente acabó. Como todo, sigue un ciclo vital. Personas que en ese momento eran importantísimas para mí, desaparecieron de mi vida. O yo de las suyas.

Luego vino el messenger, entretenido, pero que me enganchó menos. Hasta que llegó un día en que una de esas personas importantes del chat, el viejo general, me habló de un juego on line. Primera noticia que teníamos mutuamente en años, pero aún así, no importó. Retomamos el contacto, jugamos, dedicamos nuestra vida a ese pequeño pedazo de espacio en Internet. ¿3 horas? ¡3 días seguidos sin apartarme llegué a estar! Y aún así, cuando había cosas que hacer en la "vida real", apagaba el ordenador y salía. Lo dicho, cabeza bien amueblada, y saber dónde hay que colocar cada cosa.

Aún así, ese juego, y el que lo siguió, me permitió también conocer gente de muy diversa procedencia. Gente con la que compartir aventuras, romances virtuales, y miles y miles de escritos. De este juego, del primero y mejor, conservo aún gente a mi alrededor, y uno de mis mejores amigos apareció en mi vida gracias a esta adicción. Un desmemoriado que no se podrá olvidar jamás.

Y después, después llegó Facebook. ¿Y qué me ha reportado esta red social? Una tremenda posibilidad de cotilleo, no nos engañemos :P. Pero también, y eso es mucho más importante, retomar el contacto con personas que creía perdidas para mí. Gente de mi infancia y adolescencia, compañeros de clase, habitantes de ese "Other"... personas que formaron parte de mi vida, una parte importantísima, y que había perdido. Ahora vuelven a estar ahí. Les tengo cerca, aunque vivan a miles de kilómetros. También me acerca a mi familia, me permite ver crecer a los míos a un mundo de distancia, me permite compartir sus vidas y que ellos compartan la mía.

Y ahora, que venga un gilipollas cualquiera a decir que internet, los chats y las redes sociales son peligrosas. Lo peligroso es la estupidez que atenaza a esta sociedad, el borreguismo que nos impide pensar con lógica y dos dedos de frente. Las redes sociales no alejan, no aislan, no hacen que te metas coca hasta las cejas. Eres tú quién hace todo eso. Igual que eres tú quien coge una katana y mata a su familia, y no el juego de rol al que estabas jugando. Son meras herramientas en nuestras manos, y tenemos que ser nosotros quienes les saquemos el máximo partido, sin perder nuestra esencia por el camino.

No soy una yonki, y la verdad, el día que me creé una cuenta en Facebook no sabía que me iba a devolver a tantos y buenos amigos. Tengamos un poquito de lógica y dejemos de decir sandeces. Aunque me da que eso es pedir demasiado.

13 junio, 2011

Escribir a máquina

Hoy, leyendo el artículo de Pérez Reverte, me ha asaltado una terrible melancolía. Yo, que paso mi vida pegada a un teclado de ordenador, he recordado esos momentos en que, en lugar de pantalla, una fina hoja de papel mostraba los resultados de mis avances.

Yo comencé en esto de la tecla a la temprana edad de 8 años. El 26 de junio de 1988 me regalaron por mi comunión (de ahí que la fecha esté grabada a fuego) una preciosa Olivetti Lettera 42. Una maravilla como ésta:


Tenía, como la de la foto, la cinta partida para escribir en negro o rojo, y un botón para borrar incluso. Oh, maravilla de maravillas. Era el último modelo, un capricho, que a mis ojos de niña de 7 años que acaba de hacer la comunión era una mierda.

Pero pasaron los días, pocos la verdad, y empecé a aporrear las teclas sin orden ni concierto. Pero me gustaba, así que mi madre, ni corta ni perezosa, me matriculó en una academia de mecanografía. Con 8 años. Sí, leéis bien. El problema, que a la directora de la academia se le olvidó comentar, es que hasta los 11 años no te dejaban examinarte del título. Así que, servidora, tardó 6 años en sacarse el título de Mecanografía (Por la Real Sociedad Económica Matritense de Amigos del País, ahí es nada), mientras que otra gente, en un par de años lo tenían listo.

Pero lo hija de puta que era la Señorita Pili (bruja de mi infancia que representó mi única pesadilla en cuanto a temas de profesorado, pero que ella sola fue capaz de amargarme la existencia durante 6 largos años), lo comentaré en otro momento.

Ahora lo que me importa es esa sensación. Entrar en el aula donde estaban las máquinas, viejas Olivettis de hierro y teclas más duras que la madre que las parió, respirar el intenso olor a tinta que impregnaba todo el ambiente, escuchar el tactactac de las teclas... ahora, en estos momentos, más de 20 años después, lo recuerdo con cariño. En esa época, era una tortura, claro.

En esa academia, con esas viejísimas Olivettis, verdes en mi caso,


en esa academia, decía, aprendí el valor de las palabras. Grabé a fuego el orden de las teclas, tanto, que ahora mi portátil tiene algunas letras borradas y no es problema para mí. Aprendí a escribir "al tacto", como se decía entonces. Aprendí a amar ese dolor en los dedos, después de estar horas con el ASDFGF, ÑLKJHJ. Y aprendí a que, por mucho que quisiera la señorita Pili, jamás de los jamases emplearía el meñique para teclear.

Gracias a mis chorrocientas pulsaciones, conseguí mi primer empleo. Y a partir de ese regalo de comunión que tan inútil me pareció, creo que jamás he pasado más de dos días seguidos sin darle a la tecla, por un motivo u otro. Tengo que reconocer, eso sí, al hilo del artículo con el que he comenzado todo, que mi paso de la máquina al ordenador no fue traumático, al contrario. Teclas más suaves, más pulsaciones, más velocidad, mejor para mí. Aunque sí que se me ha quedado, como pequeño defecto de formación, una forma agresiva de pulsar las teclas, unos golpes demasiado fuertes que delatan a quien, en lugar de un teclado, aprendió a amar la escritura con esas teclas redondas y duras.

Odié tanto como ahora amo esas largas cartas de práctica en las que, después de dos folios perfectamente escritos, cometías la odiosa errata que lo daba todo al traste. Odié la historia de la Real Sociedad Económica Matritense, que tenías que transcribir, a pesar de que eso significaba que ya estabas en tercero y que la libertad estaba cerca. También hice un curso de taquigrafía, pero eso no me gustaba y supliqué por dejarlo. Nunca se me ha dado bien escribir a mano.

Y todo esto para reconocer que, como Arturito, yo hoy siento añoranza también de ese viejo trasto. De ese olor a tinta (parece mentira cómo se incrusta en tu cerebro, cómo te marca, cómo aún ahora puedo sentirlo si me concentro), de las marcas en los dedos al colarse entre las teclas, del dolor en las yemas después de horas de práctica. Mi primer diario lo escribí en esa máquina... Supongo que siento todo este cariño por ella porque, por fin, alguien como yo podía escribir con una letra bonita, y todo el mundo, de una puñetera vez, se fijaría en lo que decía, y no en lo feo de su apariencia.

Fui la primera en entregar los trabajos a máquina en el cole. Normal, a los 8 ya sabía escribir a máquina... Creo que jamás se lo he agradecido a mis padres. Un error imperdonable.

31 mayo, 2011

Cosas que he hecho

- He comido pez fugu utilizando la fórmula tradicional de "Ojalá que nos veamos mañana".
- He seguido mis principios, a costa de lo racional, de lo políticamente correcto.
- He escrito un blog (o lo intento).
- He firmado una hipoteca.
- He encontrado el amor.
- He paseado por la orilla del Tiber y el Sena.
- He tirado del carro cuando ha sido necesario.
- He metido la pata, y he pedido perdón.
- He visto naves ardiendo más allá de Orión.
- He llorado y he reído.
- He llevado un vestido precioso y unos tacones estupendos.
- He pasado por un quirófano.
- He sido tatuada.
- He hecho fotos de lugares mágicos.
- He guardado en mi memoria imágenes imborrables.
- He pasado noches en vela.
- He cambiado mi vida a los 26 años.
- He perdido y reencontrado a gente importante.
- He sufrido un jet lag espantoso.
- He escuchado el susurro del mar.
- He estado en un accidente de coche.
- He echado de menos. Y de más.
- He visto Lo que el viento se llevó en la pantalla grande, y en versión original.
- He hecho cosas de las que no estoy orgullosa. Y otras de las que lo estoy muchísimo.
- He estado en la Universidad.
- He montado broncas épicas.
- He estado en kdd's.
- He subido a lo alto de la Torre Eiffel.
- He bajado a lo más profundo de las catacumbas romanas.
- He escuchado una "misa" sintoísta. Y una católica en Notre Dame.
- He proporcionado apuntes a mis compañeros, y me los han proporcionado a mí.
- He conocido a G.R.R. Martin y a Punset.
- He sido apoyada incondicionalmente por la persona más importante.
- He hecho todo esto y más...

27 abril, 2011

Ella

Ya nada importaba. Ni siquiera correr. El deseo de cambiar, de comenzar de cero, de ser otra persona también había sido pisoteado. Ya ni eso le quedaba. Y lo peor es que no sentía dolor por esa pérdida, ni por ninguna otra. No sentía nada. Tan sólo esa profunda tristeza que todo lo anestesiaba. Capaz de matizar de gris hasta el negro más oscuro. Capaz de matarla, sin obligarla a cerrar los ojos.

Siempre le habían dicho lo fantástica que era, lo asombrosa que era, lo maravillosa que debería ser la vida estando en sus zapatos. Fuerte, abierta, simpática... Y ella lo creía. No tenía esa manida sensación de llevar una máscara. Esa era ella. Pero ya no lo era. No era maquillaje, no era una mentira. Simplemente, no podía más. Por no poder, ni siquiera sabía ya llorar.

Y ese día despertó naufragando en un océano inmenso. Y no le importó. Ya nada importaba. Ni siquiera tuvo consciencia de si abría o no los ojos. No le importaba tan siquiera eso. Pero no quería morir. Eso hubiera implicado una mínima chispa de energía, un mínimo deseo de voluntad. Y eso era todo lo que le faltaba. No haría nada, no sentiría nada, porque ya nada importaba.

"Te quiero" susurró una voz grave en su oído, tratando de no despertarla. Y esas palabras, una vez más, la encadenaron al deseo. Y volvió a ser esclava de la vida, esclava de la luz. Volvió a ponerse en pie, porque no todo daba igual, al fin y al cabo. Aún quedaba algo que sí tenía importancia.

26 abril, 2011

Soy una psicópata asesina, o lo que es lo mismo, juego al rol.

Hoy estaba leyendo un blog que trata sobre temas roleros, y en un post concreto me ha asaltado una epifanía. Joder, llevo más de 10 años jugando a esto... Eso es una pasada de tiempo.

Luego he recordado quién forma mi grupo habitual... y me he dado cuenta de que los 12 años que yo llevo jugando son una puta mierda cuando te juntas con gente que ha hecho sus primeras tiradas de dados en D&D 1ª edición y que entiende los chistes de Gaygax de los Simpsons... Pero coño, aún así, me siento orgullosa, que son un cojón de años :P.

Un día me preguntó un compañero de clase a qué juegos había jugado... termino antes haciendo la lista de aquellos a los que no juego. Casi todos somos masters en un momento u otro, y todos de juegos diferentes, por supuesto. Así que tenemos un amplio abanico donde elegir.

Pero yo tengo un secreto inconfesable. A pesar de que mi primera partida fue de Stormbringer, yo debo mi presencia en este mundo a ese gran juego que ha conseguido lo que ningún otro... la presencia de la mujer en las partidas de rol :P. Me refiero a Vampiro, por supuesto. Yo, como el 99% de las tías, entramos en esto porque Vampiro mola, porque es la imagen que tenemos de las novelas de Anne Rice, vampiros sensuales, poderosos y molones. Y así comienzas a picar. Pero afortunadamente, y no como el 90% restante de las féminas, cuando terminó (o se relajó) la fiebre Vampiro, yo me quedé, y seguí jugando. Y ahora... francamente, no me imagino un finde sin su partidita. Y no por la partida en sí, sino por todo el ritual. Quedar con los colegas, la birra fría, las bolsas de patatuelas, pedir la cena por teléfono...

Cuando yo comencé a jugar, quedábamos en casa de un amigo cuyos padres pasaban de todo. Era grande, podíamos jugar sin problemas de ruido, y sus padres no incordiaban. En aquellos momentos la verdad es que el tema cervecitas no aparecía todavía, que una a sus tiernos 18 añitos se portaba bien y todo. Ahí comencé con Stormbringer a dar espadazos a demonios y a abrir cerraduras para rastrear trampas. Adoraba ese juego, aunque luego se reveló como una gran mierda :P. Pero qué iba a saber yo entonces... Recuerdo como si fuera ayer la voz de la madre de mi amigo, cuando me acercaba a la puerta para marcharme. "¿Quién ha ganado? - Nadie, aquí no gana nadie. Ahh...". Y así semana tras semana, "¿quién ha ganado?". Hasta que fue más fácil ir diciendo nombres aleatoriamente :P.

Después este amigo me dejó el Pendragón, juego ambientado en la corte del rey Arturo. El sistema es lamentable, y el juego aburrido de pelotas, pero... ¡¡¡Estábamos en Camelot!!! Fue mi primera partida como master, y el primer desastre... pero de todo se aprende.

Y después... después llegó lo más grande. Vampiro: La Mascarada. Lo reconozco, el sistema cojea, la ambientación puede ser bizarra a veces, hay clanes que no deberían existir, los suplementos se han convertido en un infierno... Pero todo me da igual. Es y será siempre mi juego favorito. Me da igual que sea Mascarada, Edad Oscura o situar las partidas básicamente en la época que yo quiera. Me flipa, me encanta y es el juego con el que más disfruto. En él conseguí mis primeros éxitos como máster, partidas que aún se recuedan con cariño, momentazos históricos y epic fails que pasarán a la historia. Conozco cada regla, cada senda, cada personaje... y me encanta.

Alatriste, Arcana Mundi, Piratas, Warhammer, Leyenda de los 5 anillos, D&D son sólo algunos de los otros juegos a los que estamos jugando ahora, algunos de los que hemos probado. Sí, soy una newbie todavía si se me compara con algunos de mis compañeros de batallas. Pero... llevo ya 12 años disfrutando de este maravilloso entretenimiento. De los amigos, las birras y las pizzas a media noche. Y francamente, no me siento una psicópata.

Pero sí es cierto que aún hoy, tantos años después de que un desequilibrado cometiera unos crímenes usando el rol como excusa, todavía te miran raro cuando dices que juegas al rol. Y hasta he tenido que escuchar el "uys, con lo normal que pareces...". Soy normal, joder. Bueno, o todo lo normal que cualquier ser humano puede llegar a ser. No voy a convertir esto en una apología de los juegos de rol, sencillamente porque no lo necesitan. Es más un post recuerdo, un momento más de esta nostalgia que me posee en primavera. De esa añoranza de Claudia, la pícara ladrona. O de Selene, la Tremere arqueóloga. O Diego, mi mejor obra, ese Ventrue con camino de los reyes. O Tito, mi senador fiestero. Todos esos personajes que tanta diversión y buenos momentos me han dado. Y las enormes pifias que he hecho, que también las ha habido. Y lo que nos reímos ahora cada vez que las recordamos.

Buenos momentos con la mejor compañía, en definitiva. De eso se trata el rol, para quien no lo sepa. De disfrutar con los amigos.

01 abril, 2011

La primavera

No debería pillarme desprevenida, pero todos los años lo hace. Siempre parece que no, que este año va a ser diferente. Que por fin me he quitado la tontería de encima... Pero no es así. Todos los años llega la primavera y yo... yo la lío.

Astenia primaveral, creo que lo llaman. Yo lo llamo la depre de primavera. O más bien, que paren el mundo que yo me bajo. O me bajan a ostias, que viene a ser lo mismo. Los síntomas, entre otros, son falta de energía y motivación e irritabilidad. Estos son los míos. Y los sufro en una medida... alarmante.

Cuando llega el buen tiempo no me apetece hacer nada. Pero nada de nada. Todo lo que implique más énfasis que crear piel y respirar, me supone un reto tremendo. Sólo me activo para una cosa... tocar los cojones. Así es. La irritabilidad, esa gran desconocida. Tengo mala leche, eso es algo crónico, no estacional. Peeeero, en primavera todo me molesta, y lo que es peor, soy incapaz de refrenarme. ¿Por qué no, si todo importa una mierda? Y sólo después, en frío, me doy cuenta de la que he liado.

Y todo esto viene porque yo este año pensaba que lo estaba llevando bien, que apenas me afectaba. Pero ayer la lié en el Facebook de un amigo. Entré con saña y sin motivo a por un tipo, al que no conozco de nada, y que no me había hecho nada. A hacer sangre. Sin preguntar si a mi amigo le importaba y sabiendo que, con toda seguridad, le ponía en una situación desagradable... Pero todo eso lo vi después, cuando recapacité.

Y me jode. Me jode perder el control de ese modo, dejarme llevar, estar de tan mala ostia que no me aguanto ni yo. Me jode afectar a los que me rodean, a mis amigos, con mis paranoias. Me jode esta inestabilidad... Y ya es tarde para hacer nada más que pedir perdón. Al menos en ese caso.

Este año, lo bueno es que me he dado cuenta antes. Y me he dicho, Take it easy, nena. Respira, controla, y sobre todo... ¡aléjate de las redes sociales! Es tan fácil liarla sólo por liarla cuando quien está al otro lado te importa una mierda... cuando ni siquiera lo conoces. Hasta que ves que hay un nexo común que es al que jodes.

Así que... calma zen, nena. Relax, respirar, pensar dos veces antes de decir algo, conocer que eres una jodida borde y que a veces, debes estarte calladita. Y si quieres liarla, escribe un blog. Aunque sea como una forma mediocre de disculpa. O para soltar babas negras, lo que sea. Pero aléjate de las redes sociales y de todo contacto con otras pobres almas incautas. Y además, así estudias, jodía...

Así que... lo siento mucho si estos últimos días he estado más borde de lo normal. Y siento si voy a estar menos visible un tiempo. Es un beneficio para todos...

22 marzo, 2011

Semana no lectiva

Esta es la llamada "semana no lectiva" en mi facultad, es decir, una semana sin clases que deberíamos aprovechar para hacer tutorías con los profesores. Pero que en realidad aprovechamos para hacer trabajos en casa porque estamos hasta arriba. O a descansar el poco tiempo que nos queda.

A pesar de estarme tomando este trimestre de otra forma, sigo agobiadilla. Y aunque veo la luz del sol, echo de menos un cierto descanso. Esa sensación de estar realmente en paro, levantarte sin nada que hacer. Así que esta semana estoy aprovechando las mañanas precisamente para eso. Levantarme sin prisas, desayunar tranquilamente un contundente menú (para el tamaño de mi estómago), y después, sin prisas pero sin pausas, ordenar un poco ese nido que yo llamo mi hogar. Después de comer, las cosas de clase. Así, poco a poco, mi casa empieza a coger el aspecto de una casa normal y no el de un vertedero...

Tengo tan poco que contar, tantas ganas de escribir y tan pocos temas sobre lo que hacerlo... me tengo que obligar a abrir este blog, a comenzar a teclear, a perder la vaguería que me impulsa a la inactividad. Quiero hablar de cine, de literatura, de comics o de la Niña Medeiros... pero la verdad es que, por una cosa o por otra, no puedo.

Así que mis disculpas por hacer perder el tiempo. Esta entrada no sirve para nada, no cuenta nada, no opina sobre nada... Simplemente, lo necesito.

16 marzo, 2011

>_<'

Parece que con el desinfle de la rabia contra la prensa, se me va la inspiración. Esta es la tercera entrada del blog que comienzo y ni siquiera sé si la voy a terminar. Estoy exhausta, han sido días complicados ("complejos", abusando como dice Urrutia del término). Pero mañana al fin es "viernes" para mí. Sólo dos clases, con Collar y voilá.

Sólo decir que adoro el Skype.

14 marzo, 2011

Información y desinformación

Parece que no se habla de otra cosa, pero es mentira. Realmente, no se habla sobre el tema, y eso es lo que acojona. Me explico.

Viernes, 11 de la mañana. No tengo clase ni ganas de madrugar, tengo todo el día para hacer lo que tengo que hacer de clase. Enciendo el portátil, como siempre, y luego la tele. Normal, casos de crímenes en la Sexta que pongo de fondo. Veo en Facebook que ha habido un terremoto en Japón. "Otro más" pienso, y no le doy la más mínima importancia. Pero veo cosas en FB que me ponen sobre alerta, parece que ha sido algo un poco más gordo. Hago zapping en la tele, y nada, misma programación de siempre. "Pues no ha sido gordo", pienso, y sigo a lo mío.

Café y tostadas, un vasito de zumo, y nuevo zapping. Nada. Más crímenes, ahora en Australia, me gusta este nuevo programa. Ana Rosa habla del divorcio del periodista de T5 mientras hago zapping porque no soporto ver a la nietísima anunciar cremas hechas a base de baba de abeja, o algo así. Ninguna cadena cambia la programación, y como mi legítimo no aparece por Gmail, paso de hacer caso al portátil mientras desayuno tranquilamente.

Al final la tostada veo en Facebook que se habla de 8'9 en la escala Richter. ¿¡Cómo!?  Y un tsunami de olas de 10 metros... A ver, no puede ser. Nuevo zapping. Nada. Momento pánico. Se pasa, todo está bien en Tokyo. Vale, todo está bien. Ahora a ver qué cojones está pasando. La tele sigue sin decir nada. ¿Qué cojones hago? Google. "Terremoto Japón". Twitter. Facebook. Por fin me entero. La ostia puta. Nuevo zapping. Nada en la tele. No puedo creerlo.

Empiezo a quedarme pegada al portátil. Empiezo a buscar cosas en internet, a seguir la página de NHK y otras. Y sigo haciendo zapping, infructuosamente. Y así se resume mi fin de semana. Enganchada a internet porque la televisión ni se molesta. ¿Para qué?

Recuerdo un 11 de septiembre de 2001. 10 años casi. Yo pasaba mucho tiempo en un hospital por aquel entonces. Y caminando por los pasillos, vi la televisión de las habitaciones abiertas. Y vi un avión chocar contra el WTC. Quedé con unos amigos, en su casa, porque no podía creer lo que estaba pasando. Íbamos saltando de cadena en cadena, viendo lo que más nos interesaba en cada momento, porque TODAS estaban centradas en NY. La programación se paró, todo el mundo informaba.

Recuerdo un 11 de marzo de hace 7 años. Justo 7 años. Recuerdo despertarme, y ver a mi madre pálida en la cocina. Y decirme, "menos mal que has hecho huelga, hija" señalando la tele. Recuerdo ver imágenes durante todo el día, antes y después de ir a Callao a donar sangre. Recuerdo no poderme despegar de la tele, cambiando entre las diversas cadenas porque TODAS habían cortado la programación normal para hablar de los atentados.

¿Qué ha pasado? ¿Qué ha cambiado? ¿Por qué el mayor terremoto de la historia de Japón no es importante? ¿Por qué el tsunami no merece atención? ¿En qué clase de sociedad hemos mutado?

Siempre he dicho que cada cual tiene la televisión que se merece. Los programas sólo sobreviven en antena si cuentan con el apoyo de la audiencia, si a las cadenas les merece la pena mantenerlos. Eso quiere decir que desde el viernes, merece más la pena que sepamos todos los detalles de la escabrosa separación del periodista del corazón y, sobre todo, si su futuro ex-marido se folla a mujeres porque realmente no es gay o es sólo por dinero. No importa que haya explosiones, riesgos de fusiones, o miles de muertos, desaparecidos y desplazados. No importa que tres días después siga habiendo réplicas de hasta magnitud 6, o que se espere un terremoto nuevo de una magnitud de 7 antes del miércoles (70% de probabilidades, dicen los japos). No importa que toda una población esté teniendo un comportamiento ejemplar, que las fuerzas de seguridad hayan conseguido rescatar a más de 3.000 personas de las garras de la muerte. No importa que se estén partiendo el alma para conseguir meter agua de mar en un reactor y que no haya una catástofre nuclear. Nada importa. Sólo nos interesa la casquería de los famosos, que por fin hay beso de la puta, digo cantante de vocoder con el futbolista putero, o si la baba de caracol realmente hace que la Lomana se coma una hamburguesa.

Y no tiene sentido. Soy defensora de la televisión como diversión, y estoy enganchada a telebasura como la que más. No me pierdo Princesas de Barrio ni aunque me maten, y seguí con terrible interés las andanzas de Arturo pito duro y la pija de Sevilla. Necesito una televisión que, después de un día duro, simplemente entretenga sin más, y me proporcione mierda que olvidar antes de meterme en la cama. Pero hay días y días. Y un terremoto de 9 creo que es suficientemente importante como para cubrirlo un poco.

Y encima, lo que es peor, cuando en las noticias se molestan en mirar al este, lo que te encuentras es más casquería. Anoche, viendo el informativo de Cuatro, casi vomito bilis del cabreo que pillé. Tienen los cojones de dejar caer, veladamente porque ni siquiera tienen los huevos de decirlo en voz alta, que la situación en Fukushima es culpa del gobierno nipón. Por lo visto, un terremoto de 9 y un tsunami de olas de 10 metros no es lo que realmente ha causado el problema en la central. El problema es que el gobierno no ha reaccionado a tiempo. ¿Cómo cojones quieren que actúen más rápidamente? ¡¡¡Las putas olas han arrasado 10 km tierra adentro!!! ¿En qué momento van a poder actuar más rápido? ¡¡¡Es que eres gilipollas, periodista de mierda!!!

La verdad es que nunca me han caído bien los periolistos. Y menos los que tenemos que sufrir últimamente. Por un lado, becarios que deben cobrar una mierda y que trabajan acorde al sueldo, que no saben vocalizar ni redactar. Y por otro, chicas monas que, como en el caso de la del beso en el Mundial, no tienen ni la carrera, y que están donde están por una cara bonita, unas buenas tetas, o unas rodillas especialmente resistentes. A éstas, curiosamente, tampoco parece dárseles bien la gramática ni la ortografía, pero la lengua la deben dominar que da gusto. Es lamentable la manera de hablar de los periodistas de televisión, y creedme, lo he vivido, verles escribir es aún más escalofriante. Tenerle que corregir a un periodista muy muy conocido y respetado las faltas de ortografía te hacen perder la fe en ese gremio. Ver cosas como la grabación de la "confesión" de la mujer del asesino de la niña de Mari Luz, es repugnante.

Pero es que, además, ahora ya ni informan de las noticias que importan. Porque por lo visto, que el eje del planeta entero se mueva, es lo de menos. No vamos a cortar la programación. ¿Que Japón entero se ha desplazado? ¿Cuál es el problema?

No quiero pensar que el tema sea una cuestión de quién importa más, y por eso en unos casos sí haya cobertura mediática y en otros no. Que América interese más que Japón. Pero esa teoría me daría un poco de esperanza en este país. Lamentablemente, creo que simplemente, somos patéticos. Sin más. Y tenemos la tele que nos merecemos. ¡Arriba la Esteban!

09 marzo, 2011

El día internacional de la mujer

Ayer me pasó algo muy curioso. Tuve que ir a un museo (de cuyo nombre no quiero acordarme), y al ir a mostrar mi identificación como parada para entrar por la cara, me dijeron que no hacía falta porque toda esta semana las mujeres entraban gratis, por ser nuestro día.

Y lo primero que vino a mi cabeza es... tengo que preguntar cuándo es la semana en que los hombres entran gratis. Porque esto es un estado de paridad, ¿no?

Ah, no, no es de paridad. Es un mundo donde las mujeres tenemos un día especial, pero los hombres no, porque se dice que el día de los hombres es el resto del año. Pues hasta donde yo llego, los hombres no entran gratis el resto del año en los museos...

Me jode, me jode este tipo de políticas. Porque sólo fomentan la desigualdad. Y me jode que mis amigos tengan que pagar por algo que a mí me sale gratis sólo porque mis órganos reproductores son diferentes. Me jode que se remarque tanto mi diferencia biológica. Porque si somos iguales, somos iguales, no diferentes para mejor.

Muchas veces me he quejado de la discriminación postiva, que no deja de ser discriminación, sólo que beneficiando a "otros". Sin más. Remarca las diferencias, y lo que hay que hacer es eliminar la diferencia de trato en base de esas diferencias. Porque existir, existen. Y decir que tanto una mujer como un hombre pueden realizar las mismas acciones es una estupidez enorme (al caso de las princesas bomberas me remito). Debemos empezar a asumir nuestras limitaciones, y a ser realistas. A mí nunca me darían un bisturí para hurgar en el cerebro de nadie, porque no tengo capacidades para ello. Pues lo mismo ocurre con las capacidades físicas.

Además, es curioso un asunto que a mí, personalmente, me pone los pelos de punta. Las mujeres siempre pedimos la "igualdad" (entre comillas, porque pedir pruebas físicas distintas para el mismo puesto me parece un chiste de mal gusto) en trabajos muy bien reconocidos económica y socialmente. No veo a la gente peleándose por bajar a la mina, por subirse a un andamio o por embarcarse durante meses en un pesquero y largarte a las costas de África a tratar con el mar y los piratas. ¿Cómo podemos tener tan poca vergüenza y hablar de igualdad? O de paridad, que ya me gustaría saber qué pasaría si ahora mismo se dijera que la mitad de las cajeras de las grandes superficies y supermercados deben ser despedidas para contratar hombres... Eso sí sería paridad ¿no? Ah... que eso ya no nos gusta tanto. Paridad en Menestros y Menestras, en bomberos y bomberas (que cobran una pasta gansa) y en las juntas directivas de las empresas. Pero a la mina baja tu puta madre, chata.

Pues eso. Estoy totalmente en contra de tener un día (al menos le han quitado lo de "trabajadora", que eso sí que era recochineo). Porque no quiero que mis diferencias fisiológicas y biológicas marquen ningún trato diferencial. No quiero entrar gratis en un museo sólo por tener útero, un mero accidente. No quiero que me miren diferente dependiendo de si me cuelgan o no me cuelgan dos kintamas. Quiero igualdad, con todo lo que eso significa. No quiero un trato preferencial que sólo hace más profunda la zanja que nos separa. Quiero feminismo, y no feminazis.

Y estamos equivocando el camino.

07 marzo, 2011

REC y REC2 o Cómo reconciliarme con el cine español (un poco)

Hace tiempo, cuando cometí el error de arrastrar a mis amigos a ver Alatriste, me juré a mí misma que jamás de los jamases volvería a dar un mísero euro a la lamentable industria cinematográfica de este país. Y no lo he hecho. Y me da igual las mierdas que digan actores, directores o productores, así como Menestras varias, el cine español apesta.

Con contadas excepciones. Y aunque repito, no he vuelto a pagar por cine español ni lo haré, hace unas semanas disfruté con dos películas patrias, REC y REC2. Curioso que seamos capaces de hacer algo que no tenga que ver con la Guerra Civil y en la que no salgan tetas sin sentido... muy curioso, y refrescante. Tú ves la peli, y oye, que no la identificas como española... estás esperando el integral de la actriz principal, y que hablen del frente de Burgos a cada segundo. Y cuando acaba te das cuenta que no, oye, que es algo nuevo, fresco, sin complejos, sin la mierda que arrastra la industria de este país por culpa de que siempre son los mismos cuatro mamarrachos los que se llevan la pasta para hacer las cintas...

Lo mejor de la primera parte, la sobrina de Concha Velasco. Hace de petarda como ella sola. REC2 a mí me gustó bastante, aunque hay que reconocer que pierde mucho sin ese rollito Callejeros, y que el hecho de que te cuenten de qué va la vaina... pues a mí me le quita un poco la gracia. Me gustaba ese ambiente que generaba la primera, de explicar a medias y dejar que el espectador termine en su mente lo que ha pasado.

Y bueno, la niña Medeiros, simplemente se sale. No voy a poner imágenes ni contar quién es ni qué pinta en la peli, por si no lo habéis visto, pero ojo, de lo mejorcito que hemos visto en este país en cuestiones de maquillaje y cuatro FX de mierda con unos resultados cojonudos.

Volvemos a lo de siempre, ¿es una peli que te cambiará la vida? Pues no. Pero es una peli de entretenimiento cojonuda, que demuestra que en este país sí que hay calidad en los realizadores, sí que hay buenas ideas y buenas formas de llevarlas a cabo, y que el problema es que los cuatro gerifaltes no sueltan la pasta donde la tienen que soltar.

Merece ver las dos partes, y merece ver el trailer de la segunda, fantástico y cachondísimo. A ver si salen más productos así y nos dejamos de mierdas, de chanchullos y de complejos, y empezamos a hacer el cine de calidad que en contadas ocasiones hemos podido demostrar que sabemos hacer.

04 marzo, 2011

De brujas, demonios y otros seres

Parece que cada jueves, Collar tiene para mí una nueva sorpresa, un cambio de rumbo. Si la semana pasada consiguió devolverme el interés por una carrera que yo tenía como muerta desde hacía meses, esta semana se ha superado, haciéndome desear estar ya en septiembre :).

Me explico. Hace dos años yo empecé con él un trabajo académicamente dirigido sobre sillerías de coro en Castilla en el S. XVI. Un tema que, de entrada, me parecía bastante anodino, pero que se me presentó fascinante en cuanto empecé a conocerlo. La iconografía de las sillerías, la libertad del escultor en misericordias y apoyamanos, la calidez de la madera... me hicieron volver la mirada hacia una parcela del arte que rara vez miramos como artística. Que rara vez consigue atraer nuestra atención. Y pude, además, disfrutar de la increíble experiencia que supone tener la catedral de León para mí sola (y mi legítimo), prácticamente apagada, sin turistas, y escuchar tus pasos resonar en las enormes bóvedas, mientras sales tras pasar unas de las horas más intensas de tu vida. Os juro que tiene algo de mágico, algo de místico... no sé cómo desribirlo, porque una es atea hasta la médula. Pero si fuera creyente, os aseguro que ahí, en ese instante, a solas con la piedra y la madera, escuchando tan sólo tu propio interior y el crujir del edificio vivo... se siente la presencia de algo.

Pues bien, tras fotografiar tres coros de los muchos que tenía que tratar en mi estudio, me di cuenta que si quería sacar el curso adelante, no iba a poder seguir con el trabajo, así que no me quedó más remedio que abandonarlo, con todo el dolor de mi corazón. Un año en blanco después por la operación, me encontraba con la necesidad casi física y sobre todo, económica, de terminar la carrera aprovechando el año de paro que se me presentaba delante. Y claro, la idea del trabajo no tenía sentido.

Pero tras un primer semestre demasiado intenso, y un segundo con las peores asignaturas de toda la carrera y, sobre todo, los peores profesores que uno se pueda echar a la cara, decidí que qué coño, quería que esto tuviera sentido. Para eso, ver entrada anterior, que ya lo expliqué.

Pues bien, cuando vuelvo a estar ilusionada con mis coros, me viene ayer mi Collar del alma y me suelta que tiene una proposición muy indecente que hacerme. Tras la clase, le pregunto, y me dice que viendo una web sobre el tema, pensó que a mí me gustaría mucho, y que desde entonces, lleva dándole vueltas (para que veáis lo solete que es, que hasta en su casa se preocupa por sus alumnos *_*). Que tendría que abandonar los coros, pero a cambio, hacer el trabajo sobre la representación de la brujería y el satanismo en la pintura europea desde El Bosco hasta Goya, sin incluirlos, claro (ellos dos solos ya dan para dos trabajos...). Y yo... yo... qué puedo decir. Pues que este hombre me tiene ganada, básicamente.

Así que adiós a mis coros, y bienvenidos, brujitas y demonios :). Ahora, la verdad es que el resto de asignaturas de este año me dan pereza, pero con la idea de aprobarlo todo para estar libre el año que viene para dedicarlo en cuerpo y alma a mis brujas... todo se lleva mejor :).

A ver qué me prepara este hombre para el jueves que viene, que vivo sin vivir en mí, y muero porque no muero (sí, Santa Teresa me tiene ganada... qué poesía la de esta mujer... qué intensidad, qué maravilla... algún día hablaré de ella y de Bukowski, que los estoy leyendo en paralelo, jejejeje).

25 febrero, 2011

Desencanto

Eso es lo que llevo sintiendo desde septiembre. Desencanto. Sin más, sin adornos, sin falsas palabras de aliento. Desencanto. Ni siquiera odio, o desprecio, sólo... eso.

Pensé que todo era cuestión de aguantar, pero no... la presión de dedicarle todo tu tiempo a algo en lo que no crees, de abandonar tu vida por completo en aras de un proyecto que ha dejado de ser bueno hace tiempo hace que no duermas por la noche. Lo sé bien. Sufro insomnio.

Así que lo he decidido. No me licenciaré este año, ni en junio ni en septiembre. Necesito terminar esto con el mismo espíritu con el que lo comencé, necesito no estar desencantada con el arte, necesito poder decir muy alto que soy historiadora del arte, y que me siento orgullosa. Y ahora mismo tengo la sensación de que todo vale una mierda, siempre y cuando la presentes en un bonito powerpoint de colores vistosos.

Y como siempre, he recurrido a mi tabla de salvación, a mi profesor favorito. Y voy a terminar la carrera este año, sí. A falta de dos asignaturas optativas. Porque el año que viene voy a dedicarme todo el curso a hacer un trabajo sobre sillerías de Coro. A disfrutar de las charlas con este profesor, de sus agobios para meterme prisa, de sus bibliografías eternas. Porque quiero que lo último que haga en la carrera merezca la pena y me deje con ganas de más, no con esta sensación de querer acabar ya a toda costa la tortura y que no vuelva a tener nada más que ver con ello en mi vida.

Un año más... ¿Qué es un año más cuando ya pasas de los treinta, estás en el paro y tu futuro es negro como boca de lobo? Total, da igual acabar a los 30 que a los 31... ¿no?

Eso trato de decirme desde ayer a cada segundo, que merecerá la pena. Y eso espero. Que la merezca.

09 febrero, 2011

302 - RED

No me había dado cuenta, pero la última entrada (sin contar ésta) era la número 301... Y yo que no pensaba que hubiera escrito algo... Bonito momento para celebrarlo ahora que vuelvo a escribir, al menos de momento.

Pero no quiero hablar de un número, una cifra a la que no he dado mucha importancia. Hoy quiero hablar de la peli que vi ayer. Fui al cine por primera vez en meses, saliendo de mi enclaustramiento tan sólo para volver a entrar en él casi a la carrera. Y la peli elegida fue RED.

A priori no parecía la mejor opción para disfrutar del cine después de tanto tiempo, y casi como la última vez en un montón de meses, sobre todo teniendo la de Clint ahí disponible. Pero no sé por qué, me apetecía verla. Así que fuimos al Kinepolis, me compré por fin los dichosos nachos con queso que llevo toda la vida queriendo (y que me sentaron fatal, y nunca jamás volveré a comprar), y nos dispusimos a ver qué tenían que contarnos.

La peli es puro entretenimiento. Es una gamberrada y lo saben. La idea es vender lo super molones que son los viejunos, que se las saben absolutamente todas. Y qué coño, la peli les ha salido redonda. No hay que esperar un peliculón, un dramón intenso y que vaya a cambiar nuestras vidas... No, es cine de entretenimiento, acción y comedia, muchas sobradas pero bien contadas, y una historia de intriga cuyos giros son los justitos para darle algo de emoción sin que nadie se pierda. Simple, sencillo, llano y divertido. No pido más. Lo siento, pero ya no pido más.

La única pega se la pondría a la manía del director de utilizar el giro de cámara... descubrió el traveling de 360 grados y abusó de él, provocando un mareo considerable. Sobre todo si te vas a verla en una pantalla tan terriblemente gigante como la del Kinepolis y en las primeras filas. La imagen hasta pierde nitidez, y eso que era en digital... Pero quitando esas cosillas técnicas, el resto, una maravilla.

Y todo es gracias a los actores. Esta peli con otra gente con menos carisma, pasaría sin pena ni gloria. Bruce Willis como prota hace un papel genial, pero Malkovich nos consigue hacer olvidar el Vellutto, no digo más. Cachondísimo. Y por fin, lo que más me gustó. Un jodido personaje femenino que mola. Ni una puta, ni una lerda, ni una feminazi. Una tía elegante y sexy (a pesar de los casi 70 que tiene), que lo mismo te liga con un espía, que te cuenta el amor de su vida, o descarga una metraca sin despeinarse. Yo de mayor quiero ser como ella. Ni cursi, ni bestia, ni zorrón, ni tonta... un poco de todo, y un mucho de nada. Perfecto el personaje :).

Y poco más, la verdad... que me gustó, vaya. No tengo mucho más que decir. No me va a cambiar la vida, ni me va a hacer meditar sobre lo humano y lo divino durante meses. Pero pasé dos horas sin mirar el reloj, riendo y sonriendo sin complejos, y disfrutando. Y es más de lo que puedo decir del 80% de las películas que he visto últimamente... Y del 90% de las del cine :P.

08 febrero, 2011

Creo que voy a morir

Hoy quería hablar de muchas cosas. Quería hablar de la maravillosa sensación de conducir un coche cojonudo (¿Te gusta conducir? Parece que sí). Quería hablar de lo gilipollas que son los conductores de los Seat León. Quería hablar de lo malísimo que me parece el libro de La Catedral del Mar y sólo he leído dos capítulos. Quería hablar de lo mucho que me gusta la poesía de Santa Teresa de Jesús, por contra, o lo bien que me lo estoy pasando descubriendo a Sherlock Holmes...

Pero lamentablemente, no puedo. ¿Y por qué no puedo? Porque en mi mente sólo está la puta carrera. 17 asignaturas en un año y un seminario práctico. Sí, estoy loca, pero es lo que hay si quiero licenciarme de una vez aprovechando el "tiempo libre" que supone estar en la mayor empresa del mundo.
Desde septiembre, mi mente sólo piensa en arte. Es horrible. No en arte que me guste, no en Arte, sino en trabajos, en apuntes, en buscar imágenes, en "no llego, joder, no llego". Y eso me estresa. No lo disfruto, no lo aprovecho. Tan sólo un par de asignaturas me han llenado realmente. El resto... estaban ahí, había que aprobarlas. Y en eso estoy. De 7 exámenes, 3 aprobados por ahora. No está nada mal, no me quejo. Pero este último año me reitera en una idea clara, la Universidad no sirve para nada. Me explico. Estoy perdiendo un tiempo precioso en estudiar mierdas con profesores de mierda. Y me estresa.

Ayer fue el summum de esa sensación de frustración. Asignaturas de la mañana. Todos los profesores muy new age, muy interactivos, muy de "lo importante es vuestra participación". No, cojones. Lo importante es tu puta formación. Tú eres el profesor. Si quiero aprender a base de trabajos, no pago una matrícula en una jodida facultad. Me pillo un carnet de biblioteca y me pongo las botas, y con cosas que realmente me gustan. Pues así todos, que si mucho trabajo, que si mucha lectura, que si mucho esfuerzo por nuestra parte... Y yo hasta los cojones, y a punto de mandarlos a todos a tomar por donde amargan los pepinos.

Afortunadamente, el turno de tarde me reconcilió con la vida. Urrutia y Collar... cómo los he echado de menos, joder. Por fin un poco de cordura, un poco de sensatez. Clases magistrales, y trabajo personal, sí, pero el justo, como toda la vida. La labor del estudiante es estudiar, joder. Incluso para los que estamos perdiendo el culo para que no nos pille Bolonia. Que es una mierda.

Pues eso, estoy jodida. Tengo demasiadas asignaturas "interactivas" super chachis y súper molonas. Y de aquí a dos días, me veo trayéndome a clase las tijeras de punta redondeada y la barra de pegamento Imedio... Total, ya nos pasan lista como si estuviéramos en párvulos... Tengo 30 años y me siento un bebé. Vengo a clase a que me enseñen a cortar por la línea de puntos. Y a hacer powerpoints, fundamentales, importantísimos!!! La herramienta esencial del historiador son... ¡¡los power points!! Estoy de los putos power points hasta los cojones, y mejor no sigo porque me caliento.

Por cierto, una de mis profesoras estoy segurísima que es más joven que yo. Muy interactiva, claro. Muy power point... hija de puta, debería recordar mejor que ninguno lo que es estar aquí sentado...

Así que nada, durante los próximos cuatro meses, de lunes a jueves y de 9.00 a 20.30, tendré que sufrir a esta panda de mediocres cantamañanas, leer mil lecturas absurdas, hacer ochenta mil recensiones aún más absurdas, y preparar trabajos que no me sirven de nada. Pero oye, todo es un método nuevo, fascinante, maravilloso... una puta mierda.

Urrutia, Collar... ¡yo os invoco! ¡Sálvadme!