09 septiembre, 2011

Hay gente que es gilipollas

Pues eso, hay gente que tú la ves (al menos a mí me pasa) y piensas "es gilipollas", y claro, cuando abre la boca, te reiteras... "Sí, es gilipollas". En mi facultad, sobre todo en el turno de mañana, hay un gran número de esos especímenes, una manada de gente que curiosamente siempre está asociada al arte contemporáneo. Supongo que lo dan tus intereses, cuando te gusta el arte hecho por gilipollas y cara duras (con honrosas excepciones) es que muy lejos no estás...

Todo esto viene a que ayer, después de mi examen, había quedado con dos compañeras que se salen de ese grupo (curiosamente, ambas medievalistas). Y al encontrarlas, estaban con otras tres personas, una chica y dos chicos. En cuanto vi a la tía, lo supe. La certeza me golpeó como un puñetazo en la boca del estómago. Supe que estaba ante un magnífico ejemplar de eso que llamamos una GRAN gilipollas. Y lo demostró. Con una sola frase: "Si alguna vez vais a Roma, hacedme caso que yo he vivido allí. No vayáis al foro, meteos en el museo que hay al lado y así lo veis todo sin tener que entrar. Porque total, ¿qué hay en el foro? Piedras..."

Y yo pensé, piedras y las neuronas que a ti te faltan, subnormal... Yo, prudente, y que no sabía quién coño era esa petarda, decidí no saltarle a los ojos por si era buena amiga de alguna de las dos mías... Y dije aquello de: "hombre, cuando vas con un historiador especialista en la Antigua Roma y te has hecho un viaje sólo para dejar unas flores en el ara de César, te aseguro que si no entras al foro sí que te pierdes bastante... No son sólo piedras". Y te mira y te dice: "¿Estuviste? ¿Y te gustó?" Y claro, ahí notas ese tono de desprecio, esa naricilla subida creyéndote imbécil por dedicar tu atención a unas piedras con 2000 años de historia en lugar de uno de sus ídolos que pegan grillos en la pared, y piensas: "Arwencita, respira, y respira y cállate, porque como hables, la lías". Y claro, el resto de la conversación deriva en lo maravillosa que es ella, y de repente te das cuenta que de las seis personas que estáis ahí, todos tenéis cara de "¿pero de qué va esta tía?"

Y así, sin comentarlo, sin pensarlo, cinco personas con una profunda formación medieval, deciden atacar al atacante, defenderse con la mejor arma... ¿Pero tú crees que Barceló es un genio? Y ahí no hay escapatoria... O reconoce que Barceló es una mierda y ya empieza el ataque a todo el arte contemporáneo, o reconoce que le gusta y se gana nuestro gesto de infinito desprecio. Es lo que hay... Y lo peor es que no es un caso aislado, se da mucho en mi carrera. No sé por qué, hay determinadas personas (curiosamente suelen ser mujeres, muy jóvenes y allegadas al arte contemporáneo) que se creen superiores sólo por eso, gafapastas mal llevadas, modernillas de medio pelo que se creen algo por tener una carrera que es papel mojado en sus manos, porque se han perdido lo auténticamente fundamental en estas ramas de humanidades, que es la formación del espíritu. Y su espíritu apesta.

Fueron 10 o 15 minutos, no recuerdo, pero no pude más. Miré el reloj y aduje una obligación importantísima. Tres medievalistas nos fuimos a hablar de buenos y malos profesores, de buenos y malos compañeros, de buen y mal arte y a disfrutar de una oreja a la plancha como no hay otra. Y qué les jodan a los gilipollas...

Ir a Roma y no pisar el foro... hija de puta ¬¬

6 comentarios:

Mara Jade dijo...

"Ir a Roma y no pisar el foro... hija de puta ¬¬"

JAJAJAJAJAJJAJAJAJAAAAAAAAAAAAAA

No soy medievalista, me gusta el arte pero no tengo la carrera y no soy especialista en ello, oyesssss, pero a mí Barceló no me gusta. Me importa un cojón que sea paisano, pero no me gusta lo que hace.

Y tampoco soy muy fan del arte contemporáneo. Chica, seré una clásica, pero ahora cualquier atontao se auto-proclama artista contemporáneo.

A la mierda.

Mereth dijo...

jajajaja anda que no me he topado con esa clase de conversaciones o con esos gilipollas más de una vez.
A mi hay obras contemporáneas que me gustan, muy escasas pero bueno hay casos que se dan, pero yo soy totalmente fanática del arte de la antigüedad y de la medieval. Y el simple echo de tocar una piedra que tiene 2000 años de historia, es como sentir todo ese tiempo concentrado en un mismo sitio. así que en fin yo también la habría matado por semejante comentario...

Arwen_mge dijo...

Hombre, yo soy medievalista, siempre lo he dicho, pero hay cosas de contemporáneo que me gustan mucho. Por ejemplo, vendería mi alma al diablo tres veces y hasta cuatro si hiciera falta por tener una casa diseñada por Ando. O algunos artistas plásticos también me gustan mucho. Y mi amiga Julia D Velazquez (que os recomiendo su blog, Gentetriste, linkado aquí al lado) hace unas fotos que a mí me ponen el vello de punta de la emoción. El problema es el de siempre, el que comentas Mara, que hay mucho cara dura que va de artista y es sólo eso, un caradura.

Mereth, es que en nuestra facultad por las mañanas hay cada fauna que... jajajajaja, mejor nos quedamos en el turno de la tarde, que somos todos mucho más majos y con la cabeza en su sitio :P Y encima, está Collar :P

Anónimo dijo...

¿Para qué vas a ir a un concierto, si puedes escuchar el disco?

¿Para qué cenas en el -pon aquí un restaurante que te mole mucho- si en Internet puedes ver las recetas y prepararlo tú?

¿Para qué vas al cine si te puedes descargar la película?

Y los ejemplos podrían seguir y seguir y seguir -como diría mi sobrino, que es muy sabio de lo suyo- HASTA EL INFINITO Y MÁS ALLÁ.

La respuesta es bien simple:
PARA SENTIR Y VIVIR EL ARTE EN EL ESTADO MÁS DIRECTO Y EN SU FORMA MÁS EXPRESIVA, cualquiera que sea su formato.

Las opiniones son como los culos, cada cual tiene uno. Cierto. Y mi mamá me enseñó a ser tolerante con las personitas que no opinan como yo. Y yo hago caso de lo que dice mi mamá.
Pero una cosa es opinar y otra bien diferente es despreciar el impacto que produce contemplar directamente UNA OBRA DE ARTE, catalogada así por millones de personas (aunque para ti no lo sea).
Eso no es de tener una opinión al respecto. ESO ES DE SER GILIPOLLAS. En su casa lo saben, y fijo que el perro "se lo huele".

Como conclusión a todo esto no puedo más que alegrarme. Y creo que no soy la única. Acabo de corroborar, gustosa, que no pertenezco al clan de las personas a las que les gusta vivir una vida descafeinada y falsamente edulcorada con sacarina.

A mí me gusta taza grande de Blue Mountain recién molido y dos buenos terrones de azúcar moreno. ¡He dicho!


Laura

Anónimo dijo...

arwen

Penny Lane dijo...

Jajajajajajajaajjajajajajajaja ¡Cuánto gilipollas hay suelto! ¡Y qué bien lo has plasmado! Muy divertida la entrada. Un besote