25 febrero, 2011

Desencanto

Eso es lo que llevo sintiendo desde septiembre. Desencanto. Sin más, sin adornos, sin falsas palabras de aliento. Desencanto. Ni siquiera odio, o desprecio, sólo... eso.

Pensé que todo era cuestión de aguantar, pero no... la presión de dedicarle todo tu tiempo a algo en lo que no crees, de abandonar tu vida por completo en aras de un proyecto que ha dejado de ser bueno hace tiempo hace que no duermas por la noche. Lo sé bien. Sufro insomnio.

Así que lo he decidido. No me licenciaré este año, ni en junio ni en septiembre. Necesito terminar esto con el mismo espíritu con el que lo comencé, necesito no estar desencantada con el arte, necesito poder decir muy alto que soy historiadora del arte, y que me siento orgullosa. Y ahora mismo tengo la sensación de que todo vale una mierda, siempre y cuando la presentes en un bonito powerpoint de colores vistosos.

Y como siempre, he recurrido a mi tabla de salvación, a mi profesor favorito. Y voy a terminar la carrera este año, sí. A falta de dos asignaturas optativas. Porque el año que viene voy a dedicarme todo el curso a hacer un trabajo sobre sillerías de Coro. A disfrutar de las charlas con este profesor, de sus agobios para meterme prisa, de sus bibliografías eternas. Porque quiero que lo último que haga en la carrera merezca la pena y me deje con ganas de más, no con esta sensación de querer acabar ya a toda costa la tortura y que no vuelva a tener nada más que ver con ello en mi vida.

Un año más... ¿Qué es un año más cuando ya pasas de los treinta, estás en el paro y tu futuro es negro como boca de lobo? Total, da igual acabar a los 30 que a los 31... ¿no?

Eso trato de decirme desde ayer a cada segundo, que merecerá la pena. Y eso espero. Que la merezca.

09 febrero, 2011

302 - RED

No me había dado cuenta, pero la última entrada (sin contar ésta) era la número 301... Y yo que no pensaba que hubiera escrito algo... Bonito momento para celebrarlo ahora que vuelvo a escribir, al menos de momento.

Pero no quiero hablar de un número, una cifra a la que no he dado mucha importancia. Hoy quiero hablar de la peli que vi ayer. Fui al cine por primera vez en meses, saliendo de mi enclaustramiento tan sólo para volver a entrar en él casi a la carrera. Y la peli elegida fue RED.

A priori no parecía la mejor opción para disfrutar del cine después de tanto tiempo, y casi como la última vez en un montón de meses, sobre todo teniendo la de Clint ahí disponible. Pero no sé por qué, me apetecía verla. Así que fuimos al Kinepolis, me compré por fin los dichosos nachos con queso que llevo toda la vida queriendo (y que me sentaron fatal, y nunca jamás volveré a comprar), y nos dispusimos a ver qué tenían que contarnos.

La peli es puro entretenimiento. Es una gamberrada y lo saben. La idea es vender lo super molones que son los viejunos, que se las saben absolutamente todas. Y qué coño, la peli les ha salido redonda. No hay que esperar un peliculón, un dramón intenso y que vaya a cambiar nuestras vidas... No, es cine de entretenimiento, acción y comedia, muchas sobradas pero bien contadas, y una historia de intriga cuyos giros son los justitos para darle algo de emoción sin que nadie se pierda. Simple, sencillo, llano y divertido. No pido más. Lo siento, pero ya no pido más.

La única pega se la pondría a la manía del director de utilizar el giro de cámara... descubrió el traveling de 360 grados y abusó de él, provocando un mareo considerable. Sobre todo si te vas a verla en una pantalla tan terriblemente gigante como la del Kinepolis y en las primeras filas. La imagen hasta pierde nitidez, y eso que era en digital... Pero quitando esas cosillas técnicas, el resto, una maravilla.

Y todo es gracias a los actores. Esta peli con otra gente con menos carisma, pasaría sin pena ni gloria. Bruce Willis como prota hace un papel genial, pero Malkovich nos consigue hacer olvidar el Vellutto, no digo más. Cachondísimo. Y por fin, lo que más me gustó. Un jodido personaje femenino que mola. Ni una puta, ni una lerda, ni una feminazi. Una tía elegante y sexy (a pesar de los casi 70 que tiene), que lo mismo te liga con un espía, que te cuenta el amor de su vida, o descarga una metraca sin despeinarse. Yo de mayor quiero ser como ella. Ni cursi, ni bestia, ni zorrón, ni tonta... un poco de todo, y un mucho de nada. Perfecto el personaje :).

Y poco más, la verdad... que me gustó, vaya. No tengo mucho más que decir. No me va a cambiar la vida, ni me va a hacer meditar sobre lo humano y lo divino durante meses. Pero pasé dos horas sin mirar el reloj, riendo y sonriendo sin complejos, y disfrutando. Y es más de lo que puedo decir del 80% de las películas que he visto últimamente... Y del 90% de las del cine :P.

08 febrero, 2011

Creo que voy a morir

Hoy quería hablar de muchas cosas. Quería hablar de la maravillosa sensación de conducir un coche cojonudo (¿Te gusta conducir? Parece que sí). Quería hablar de lo gilipollas que son los conductores de los Seat León. Quería hablar de lo malísimo que me parece el libro de La Catedral del Mar y sólo he leído dos capítulos. Quería hablar de lo mucho que me gusta la poesía de Santa Teresa de Jesús, por contra, o lo bien que me lo estoy pasando descubriendo a Sherlock Holmes...

Pero lamentablemente, no puedo. ¿Y por qué no puedo? Porque en mi mente sólo está la puta carrera. 17 asignaturas en un año y un seminario práctico. Sí, estoy loca, pero es lo que hay si quiero licenciarme de una vez aprovechando el "tiempo libre" que supone estar en la mayor empresa del mundo.
Desde septiembre, mi mente sólo piensa en arte. Es horrible. No en arte que me guste, no en Arte, sino en trabajos, en apuntes, en buscar imágenes, en "no llego, joder, no llego". Y eso me estresa. No lo disfruto, no lo aprovecho. Tan sólo un par de asignaturas me han llenado realmente. El resto... estaban ahí, había que aprobarlas. Y en eso estoy. De 7 exámenes, 3 aprobados por ahora. No está nada mal, no me quejo. Pero este último año me reitera en una idea clara, la Universidad no sirve para nada. Me explico. Estoy perdiendo un tiempo precioso en estudiar mierdas con profesores de mierda. Y me estresa.

Ayer fue el summum de esa sensación de frustración. Asignaturas de la mañana. Todos los profesores muy new age, muy interactivos, muy de "lo importante es vuestra participación". No, cojones. Lo importante es tu puta formación. Tú eres el profesor. Si quiero aprender a base de trabajos, no pago una matrícula en una jodida facultad. Me pillo un carnet de biblioteca y me pongo las botas, y con cosas que realmente me gustan. Pues así todos, que si mucho trabajo, que si mucha lectura, que si mucho esfuerzo por nuestra parte... Y yo hasta los cojones, y a punto de mandarlos a todos a tomar por donde amargan los pepinos.

Afortunadamente, el turno de tarde me reconcilió con la vida. Urrutia y Collar... cómo los he echado de menos, joder. Por fin un poco de cordura, un poco de sensatez. Clases magistrales, y trabajo personal, sí, pero el justo, como toda la vida. La labor del estudiante es estudiar, joder. Incluso para los que estamos perdiendo el culo para que no nos pille Bolonia. Que es una mierda.

Pues eso, estoy jodida. Tengo demasiadas asignaturas "interactivas" super chachis y súper molonas. Y de aquí a dos días, me veo trayéndome a clase las tijeras de punta redondeada y la barra de pegamento Imedio... Total, ya nos pasan lista como si estuviéramos en párvulos... Tengo 30 años y me siento un bebé. Vengo a clase a que me enseñen a cortar por la línea de puntos. Y a hacer powerpoints, fundamentales, importantísimos!!! La herramienta esencial del historiador son... ¡¡los power points!! Estoy de los putos power points hasta los cojones, y mejor no sigo porque me caliento.

Por cierto, una de mis profesoras estoy segurísima que es más joven que yo. Muy interactiva, claro. Muy power point... hija de puta, debería recordar mejor que ninguno lo que es estar aquí sentado...

Así que nada, durante los próximos cuatro meses, de lunes a jueves y de 9.00 a 20.30, tendré que sufrir a esta panda de mediocres cantamañanas, leer mil lecturas absurdas, hacer ochenta mil recensiones aún más absurdas, y preparar trabajos que no me sirven de nada. Pero oye, todo es un método nuevo, fascinante, maravilloso... una puta mierda.

Urrutia, Collar... ¡yo os invoco! ¡Sálvadme!