Hoy quería hablar de muchas cosas. Quería hablar de la maravillosa sensación de conducir un coche cojonudo (¿Te gusta conducir? Parece que sí). Quería hablar de lo gilipollas que son los conductores de los Seat León. Quería hablar de lo malísimo que me parece el libro de La Catedral del Mar y sólo he leído dos capítulos. Quería hablar de lo mucho que me gusta la poesía de Santa Teresa de Jesús, por contra, o lo bien que me lo estoy pasando descubriendo a Sherlock Holmes...
Pero lamentablemente, no puedo. ¿Y por qué no puedo? Porque en mi mente sólo está la puta carrera. 17 asignaturas en un año y un seminario práctico. Sí, estoy loca, pero es lo que hay si quiero licenciarme de una vez aprovechando el "tiempo libre" que supone estar en la mayor empresa del mundo.
Desde septiembre, mi mente sólo piensa en arte. Es horrible. No en arte que me guste, no en Arte, sino en trabajos, en apuntes, en buscar imágenes, en "no llego, joder, no llego". Y eso me estresa. No lo disfruto, no lo aprovecho. Tan sólo un par de asignaturas me han llenado realmente. El resto... estaban ahí, había que aprobarlas. Y en eso estoy. De 7 exámenes, 3 aprobados por ahora. No está nada mal, no me quejo. Pero este último año me reitera en una idea clara, la Universidad no sirve para nada. Me explico. Estoy perdiendo un tiempo precioso en estudiar mierdas con profesores de mierda. Y me estresa.
Ayer fue el summum de esa sensación de frustración. Asignaturas de la mañana. Todos los profesores muy new age, muy interactivos, muy de "lo importante es vuestra participación". No, cojones. Lo importante es tu puta formación. Tú eres el profesor. Si quiero aprender a base de trabajos, no pago una matrícula en una jodida facultad. Me pillo un carnet de biblioteca y me pongo las botas, y con cosas que realmente me gustan. Pues así todos, que si mucho trabajo, que si mucha lectura, que si mucho esfuerzo por nuestra parte... Y yo hasta los cojones, y a punto de mandarlos a todos a tomar por donde amargan los pepinos.
Afortunadamente, el turno de tarde me reconcilió con la vida. Urrutia y Collar... cómo los he echado de menos, joder. Por fin un poco de cordura, un poco de sensatez. Clases magistrales, y trabajo personal, sí, pero el justo, como toda la vida. La labor del estudiante es estudiar, joder. Incluso para los que estamos perdiendo el culo para que no nos pille Bolonia. Que es una mierda.
Pues eso, estoy jodida. Tengo demasiadas asignaturas "interactivas" super chachis y súper molonas. Y de aquí a dos días, me veo trayéndome a clase las tijeras de punta redondeada y la barra de pegamento Imedio... Total, ya nos pasan lista como si estuviéramos en párvulos... Tengo 30 años y me siento un bebé. Vengo a clase a que me enseñen a cortar por la línea de puntos. Y a hacer powerpoints, fundamentales, importantísimos!!! La herramienta esencial del historiador son... ¡¡los power points!! Estoy de los putos power points hasta los cojones, y mejor no sigo porque me caliento.
Por cierto, una de mis profesoras estoy segurísima que es más joven que yo. Muy interactiva, claro. Muy power point... hija de puta, debería recordar mejor que ninguno lo que es estar aquí sentado...
Así que nada, durante los próximos cuatro meses, de lunes a jueves y de 9.00 a 20.30, tendré que sufrir a esta panda de mediocres cantamañanas, leer mil lecturas absurdas, hacer ochenta mil recensiones aún más absurdas, y preparar trabajos que no me sirven de nada. Pero oye, todo es un método nuevo, fascinante, maravilloso... una puta mierda.
Urrutia, Collar... ¡yo os invoco! ¡Sálvadme!
No hay comentarios:
Publicar un comentario