15 octubre, 2009

Memorias de una hospitalizada insurrecta

Peso --> 107 kg
Altura --> 1'55 m

Odio los hospitales. Como todo el mundo, supongo. sólo que antes lo hacía de modo romántico y ahora es de un modo real. Los odio, y ahora sé por qué.

Llegué, ví y vencí, la primera en la frente. Ponte el camisón y a pesarte. Pero, ¿cómo? ¿Así, sin conocernos? Dame un poco de cariño al menos...

Pues no, sin cariño me enfrento a mi obesidad y saco dos conclusiones:

1.- Estoy gorda. Por lo visto, estar en lista de espera para una operación de obesidad mórbida no me había dado las suficientes pistas. No entrar en la ropa de Zara tampoco ¬¬.
2.- Siempre hay alguien mejor que tú. En este caso, más gorda que yo. Eso ayuda con el shock de saberte gorda tras 29 años ignorándolo...

Bien, ahora llega el otro momento cumbre, conocer a mis fabulosas compañeras de habitación. Tremendo, los 80 no los cumplía ninguna. ¡Así me gusta! Gente con la que poder compartir inquietudes...

A una, que llevaba un mes en coma, se la llevaron por la tarde. Y menos mal, tenía la acompañante más odiosa del mundo. La otra... la otra es otro mundo.

En 24 horas que llevo aquí ha estado callada mientras dormía. Lo juro, el resto del tiempo su voz me acompaña, me arrulla y me saca totalmente de quicio.

Además, con 83 años, está sorda y se le va la olla. ¿Podría ser peor? ¡Claro que sí! Señoras y señores, eso no es nada. Aún falta lo mejor... es numeraria del Opus Dei. Como lo cuento. Así que toda su congregación viene a verla, teniendo temas de conversación tan apasionantes como el diezmo, las convivencias y las itinerancias (que creo que es como el Erasmus, pero con curas :P). Y cuando se queda sola, me habla a mí. Y por las noches me desea que Dios me proporcione una buena noche... Lo flipo. Con suerte, se va hoy mismo, y eso espero. Porque la mujer es maja, pero no la soporto U_U.

De madrugada llenaron la cama del centro con una mujer sudamericana con piedras en la vesícula. Por la mañana, la yaya opusina le ha soltado que ésta es la habitación del cáncer. Había que ver la cara de la buena mujer y su pregunta angustiada cuando me ha visto levantada.

Así que para evitar males mayores me he dedicado a pasear, dejando clara mi rebeldía hacia esta estancia con los gastos pagados en el hotel más cruel del mundo. ¿Y por qué es cruel? Porque llegamos a la parte preparatoria o "cómo torturar a una gorda para que deje de serlo". Y ahí, ahí hay que reconocer que conocían mi punto débil y han sabido usarlo. ¡Me dan comida de dieta! ¡Estoy de la fruta de temporada hasta el higo! Que por cierto, no sé si es o no de temporada. ¿Pero es que acaso no entienden que son mis últimas comidas sólidas en meses? Yo creo que quieren hacerme adelgazar por pelotas y ahorrarse las grapas del bypass.

Pero esto no es todo. Es lo más cruel, pero la tortura no acaba ahí, no. Lluego ha llegado la Crucifixión. Dícese de mí, tumbada en la cama con los brazos en cruz, y una enfermera y una anestesista, clavándome un brazo a un madero o tratando de ponerme una vía, que viene a ser lo mismo. Para que veáis que Dios existe y es un hijo de puta... soy gorda pero tengo las venas más finas que han visto en sus vidas... manda cojones la ironía.

Cuatro pinchazos y muchos "quiero morir" después, puedo presumir de ser la portadora de dos complementos la mar de fashion. En la mano derecha, bonita y calurosa pulsera de plástico con mi nombre y fecha de nacimiento. Os aclaro, es para las enfermeras, que si no, nada me diferenciaría de la yaya opusina (a la que acaban de dar el alta, por cierto). Pues eso. Y en la otra mano, un tubo plasticoso lleno de sangre que sale de mi vena. Fantástico... ¿He dicho ya que quiero morir? Pues eso...

Y por último, mi buena amiga Eparina, un anticoagulante que te ponen en la tripa y que quema como el demonio. Asco de vida...

Y para rematar, durante unos minutos me iban a cambiar a una habitción individual, pero ya no... Le he tenido que hacer algo muy feo a alguien U_U.

Y mañana, a quirófano. Miedito me da, fijo que mi estómago se venga del cirujano por ponerme a dieta. Si otra cosa no, pero mala leche tengo un rato...

Por cierto, cuando me den el alta, esta sección se llamará "Memorias de una futura ex-gorda insurrecta". Sí, me aburro mucho, ¿qué pasa? ¬¬

Esta parte fue escrita el martes 06-10-2009, en un hospital de Madrid.

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