23 julio, 2007

El ventilador

Hace tiempo, mucho tiempo (a veces me sorprendo de lo vieja que soy en esto del internete...), cuando los blogs no estaban ni mucho menos de moda, y de hecho, apenas se conocían, yo conocí El Ventilador.

Aunque quizá habría que empezar por el principio (que es un lugar para empezar tan bueno como otro cualquiera). Hace bastantes años, allá por el 98, me enganché a esto de Internet. Al principio sólo entraba en las horas muertas de la facultad o cuando hacía pellas con una amiga (Elsa, aysss, aún la echo de menos a veces). Pero mi madre me regaló un ordenador para casa, y me puse internet. Esas navidades, de hace casi 10 años, recibí un mail de un compañero de facultad. Me decía que él también se había puesto internet en casa, y que habitualmente chateaba en el canal de cine de Terra. Así que, para seguir en contacto en vacaciones, entré en ese chat. Y mi vida cambió. Ya he hablado en otras ocasiones de lo que significó el chat, de la gente que conocí y, algún día, contaré más en profundidad mis experiencias allí.

Ahora lo importante es que en ese chat, o mejor dicho, en su paralelo Other, conocí a una persona. Su nick era Cubic, y su nombre, David. Es sorprendente que recuerde estas cosas, de la mayor parte de la gente que compartió tantas horas conmigo por esas fechas apenas recuerdo sus nicks. Pero Cubic era diferente. Pronto se convirtió en un gran amigo, teníamos muchas aficiones en común. Y le encantaba escribir. Así, poco a poco, varias personas le convencimos para que escribiera lo que se puede considerar un blog naciente, y a domicilio. Él escribía textos relativamente extensos, en los que comentaba sus impresiones y opiniones sobre temas de lo más variados. Era como una columna de opinión de cualquier periódico pero cada día en nuestro email. La verdad es que llegaron a crear adicción, yo esperaba cada día la nueva entrega del Ventilador.

Pero llegó un día en que, como todo lo que se hace por obligación, el ventilador dejó de girar. A Cubic le faltaron las ideas, o quizá las ganas de seguir con ello. Pasó una muy mala época personal, con enfermedades dignas de House (no se sabía qué provocaba sus problemas), problemas en el trabajo y problemas de autoestima que le llevaban al borde de la depresión. Así que lo terminó. Ese día realmente fue triste.

Al cabo del tiempo, pasados unos años, comenzó la fiebre bloggera, aunque no tan extendida como ahora. Y un día recibí un mail en el que se nos anunciaba que El Ventilador giraba de nuevo. Fue genial, pero breve. Duró apenas unas semanas y en seguida se paró de nuevo, otra vez por problemas personales.

Estas reflexiones me vienen a la cabeza porque últimamente casi nadie actualiza su blog, y cuando lo hace, es casi por obligación. No se si será la rutina, el verano o que estamos ocupados, pero me da pena. El blog, o El Ventilador, es una forma de estar cerca, de seguir en contacto. De sentir el pulso de la vida de tus amigos o de la gente de la que te has vuelto espectador. Por las entradas se puede saber si una persona está alegre, o triste, si ha tenido una buena noticia o todo lo contrario...

Me da pena esta situación, me encantaba pasear por los blogs amigos así como me gustaba leer El Ventilador... Espero que pronto vuelva la gente a escribir.

Últimamente estoy melancólica en el sentido de que me acuerdo mucho de esa época. Quizá porque hace poco una de las personas que mejor me caían me mandó un mail cuando hacía años que habíamos perdido el contacto. Ahora vive en Madrid y quiere que nos veamos, le apetece quedar conmigo a tomar un café y a mí con ella. Es una pena dejar a tantos amigos por el camino, pero a veces el camino te sorprende y te los trae de vuelta (ya llevo dos reencuentros en pocos años, nene y Celsilla). A ver si la buena racha continúa y algún día vuelve a girar El Ventilador.

1 comentario:

Dumorix dijo...

Desde luego... te pones a recordar los comienzos y te salen miles de recuerdos: Sitios desaparecidos, personas olvidadas, grandes momentos.

Que cosas, madre mía.