26 diciembre, 2007

Se acabó el festín

Pues sí, ya terminé Festín de Cuervos, al final en inglés.

Bueno, no decepciona para nada. No se cómo lo hace este hombre, pero escribe los mejores finales que nunca he leído... ¿Qué hago yo ahora hasta que editen el quinto? Pues leer a mi querido Reverte, no me queda más remedio.

He comenzado Un día de Cólera. La verdad es que llevo escasas 20 páginas, es decir, nada de nada, y no tengo muy claro si promete o no. Supongo que sí, porque es Reverte :P.

Llevo siguiendo a Pérez Reverte desde algo después de que editara La Piel del Tambor. Lo recuerdo porque odiaba la portada de ese libro, entrabas al Fnac y allí estaba, como en el Corte Inglés, en la Casa del Libro o en cualquier parte. Recuerdo estar realmente harta de esa portada... Poco después leí El Ocho, de Katherine Neville, un libro que promete pero con uno de los peores finales que he leído nunca, a la altura de Stephen King (al contrario de mi querido Georges R. R. Martin ^^). Y un amigo me dijo que si me gustaban los libros sobre ajedrez, leyera La Tabla de Flandes. A partir de ahí comencé una relación de amor que a día de hoy sigue más fresca que nunca.

Es sorprendente la evolución de Pérez-Reverte como escritor. Sus primeras novelas no dejan de ser un Código DaVinci con estilo y con buenas formas. Siempre misterios y asesinatos, y siempre alguien que se ve obligado a resolverlo para salvar la vida. Estos primeros libros son divertidos, entretenidos donde los haya, pero nada que ver con las últimas novelas. Desde La Carta Esférica se empieza a ver la evolución. En este libro sigue habiendo crimen y misterio, pero ya se da importancia a otro tipo de cosas, más a los personajes y sus relaciones, a sus puntos de vista, que al misterio en sí. La Reina del Sur supone el salto final, donde ya no hay crímenes (al menos no como objeto central del libro), sino que lo importante es una persona y su historia.

Luego vinieron Cabo Trafalgar y El Pintor de Batallas, para mí la novela más sorprendente pero más Pérez-Reverte que he leído. La primera es una novela dura, no por la historia, que también, sino por el lenguaje empleado, que obliga al autor a poner un glosario al final del libro. Aunque como siempre consigue que huelas el olor a pólvora y sangre, a acero y madera quemada, que notes el mar bajo tus pies y los temblores de los barcos ante cada acierto de la artillería enemiga. Sobre la segunda poco tengo que decir, guardo de ella un recuerdo imborrable, casi la leí entera en un avión camino al otro lado del mundo, y me sorprendió, por ser sincera, clara y concisa. Por ser memoria más que historia, precisamente lo que pretende ser Un día de cólera, memoria, justa ubicación de cada cual en el lugar que le corresponde.

No voy a decir nada de la saga de Alatriste, no creo que se necesite decir mucho más, sólo ver que la frase del encabezado de este blog, justo debajo de ese nombre que ya es tan mío, está sacada del último volúmen de esta saga. Por algo será...

Con motivo de la presentación de la última novela, Pérez-Reverte concedió entrevistas a los periodistas. No se quién se las haría, pero la que leí en el diario gratuito Metro me asqueó aún más si se puede respecto a los periodistas. Es una profesión que, de entrada, me parece digna en un mundo utópico, pero que realmente son peores que putas. Pérez-Reverte decía que si a él le mataran al vecino, al cuñado o al amigo, saldría a la calle a pelear, pero por rabia, no por un Dios o un Rey. El titular era: Pérez-Reverte "Jamás lucharía por un Dios o por un Rey". Igualito, tiene la frase el mismo sentido...

Gran parte de mi admiración por este hombre viene del hecho de que dice siempre lo que le sale del hígado, sin dar explicaciones. La gente piensa que es un gilipollas, yo le tengo envidia. Ojalá todos pudiéramos ponernos el mundo por montera, como hace él. Es evidente que también se vende por unos míseros dólares (no quiero ni pensar en la peli de Alatriste, no quiero), pero él nunca lo ha negado, sino todo lo contrario.

En definitiva, es un tipo que me cae bien. Pero cuando abro un libro suyo, me olvido de si me cae bien o no, sólo disfruto cada palabra, cada página, me bebo cada línea impresa. Y eso, hay pocos que lo consigan. Quién no le lea por ser un gilipollas demuestra no ser mucho mejor...

Pues eso, que me voy a vivir Un día de cólera, tras terminar mi Festín de Cuervos.

2 comentarios:

Mameluco dijo...

Yo la verdad que no lo leo porque no me llama la atención. A mi me da igual que me caigan mal los autores. Fíjate con Günter Grass. El támbor de Hojalata sigue siendo uno de mis preferidos. Ahora me cae mejor porque lo han crucificado por pertenecer a las SS en su juventud, cuando siempre ha sido un intelectual izquierdoso de los que dan grima.
Ahora como he decidido más o menos solo leer autores muertecitos como que me da igual Perez-Reverte (que antes era uno de esos odiosos periodistas carroñeros a los que te refieres, aún tiemblo al recordad Código Rojo), Almudena Grandes o quien sea.
Solo leeré cosas que me apetezcan como han sido estos últimos días 1984, A crhistmas´Carol o algún Mondo Brutto.
Pero creo que voy a romper mi costumbre de muertos porque me llegó el otro día el nuevo de Woody Allen y a mi ese señor me hace mucha, pero que mucha gracia...

Arwen_mge dijo...

Fíjate que no he leído nada de Allen, pero me han dicho que es absolutamente genial. Creo que voy a tener que ponerme las pilas.

Código Rojo era un programa... surrealista por llamarlo de alguna forma. Mi memoria tiene leves recuerdos (por esa época yo aún rondaba la edad en que había que irse prontito a la cama por orden paterna), pero era un programa absolutamente carroñero. Mi idolatría por este hombre viene exclusivamente desde sus páginas escritas. A mí como persona, ni fu ni fa, sencillamente porque no lo conozco.