Ese es el título del último libro de Pérez-Reverte, una nueva recopilación (la cuarta) de los artículos que publica cada domingo en el XLSemanal. Y como siempre, me ha dejado sin palabras.
O con demasiadas palabras, realmente. Hay artículos aburridos (no todos podemos estar inspirados todos los días), fascinantes, tiernos, duros... pero todos tienen algo en común, esa forma de ver la vida y de contarla, directa como un disparo, que es imposible que te deje indeferente.
Pocos escritores han levantado tantas pasiones como éste. Quizá Cela y su capacidad para absover agua por vía anal, o Paco Umbral y sus malos modos en televisión. Y tengo que decir que, a pesar de odiarse entre ellos, tanto Umbral como Pérez-Reverte me gustan muchísimo.
Pero es lo que tiene decir las cositas claras en este país de lo políticamente correcto. Que a la mayoría, les irrita las almorranas. A otros, nos pueden parecer más o menos acertados algunos comentarios (a mí la mayoría me parecen acertadísimos), pero nos gusta cómo lo dice, sobre todo. Además, me encanta ese amor terrible que tiene a los libros, a la Historia, al conocimiento... a nuestro pasado, a lo que nos hace tal y como somos hoy en día. Siempre he pensado que para entender algo, hay que saber de dónde viene. Es un pensamiento que me ha acompañado desde pequeña, y creo que por eso me gusta tanto la Historia.
A lo que iba. He terminado ya el libro, y el último artículo me ha dejado... fatal. Es el poder de Pérez-Reverte, el saber revolver tan bien esa parte del estómago que es la que toma las decisiones, el no dejarte indiferente, cuente lo que cuente, el arrancarte una sonrisa estés donde estés, o una lágrima. Aún recuerdo ese momentazo, mientras terminaba Corsarios de Levante en un autobús lleno de gente, lloviendo a mares en Madrid, en un atascazo del quince, y yo, con la lágrima colgando sin el menor asomo de vergüenza...
Pues con éste me ha pasado lo mismo, pero de un modo mucho más privado, claro. Es lo que tiene estar de baja y no mover un dedo en tres meses... Dios, cómo echo de menos la X-box en momentos como este... Ah, por cierto, ya tenemos la batería del Rock Band en casa, y tres nuevos videojuegos sin abrir por culpa del Red ring of Death ¬¬
En fin, estoy que me disgrego, es lo que tiene que no paren de hablarme :P. Pues eso, que sigo adorando a Pérez-Reverte y deseando que edite de una vez ese libro que tanto promete.
O con demasiadas palabras, realmente. Hay artículos aburridos (no todos podemos estar inspirados todos los días), fascinantes, tiernos, duros... pero todos tienen algo en común, esa forma de ver la vida y de contarla, directa como un disparo, que es imposible que te deje indeferente.
Pocos escritores han levantado tantas pasiones como éste. Quizá Cela y su capacidad para absover agua por vía anal, o Paco Umbral y sus malos modos en televisión. Y tengo que decir que, a pesar de odiarse entre ellos, tanto Umbral como Pérez-Reverte me gustan muchísimo.
Pero es lo que tiene decir las cositas claras en este país de lo políticamente correcto. Que a la mayoría, les irrita las almorranas. A otros, nos pueden parecer más o menos acertados algunos comentarios (a mí la mayoría me parecen acertadísimos), pero nos gusta cómo lo dice, sobre todo. Además, me encanta ese amor terrible que tiene a los libros, a la Historia, al conocimiento... a nuestro pasado, a lo que nos hace tal y como somos hoy en día. Siempre he pensado que para entender algo, hay que saber de dónde viene. Es un pensamiento que me ha acompañado desde pequeña, y creo que por eso me gusta tanto la Historia.
A lo que iba. He terminado ya el libro, y el último artículo me ha dejado... fatal. Es el poder de Pérez-Reverte, el saber revolver tan bien esa parte del estómago que es la que toma las decisiones, el no dejarte indiferente, cuente lo que cuente, el arrancarte una sonrisa estés donde estés, o una lágrima. Aún recuerdo ese momentazo, mientras terminaba Corsarios de Levante en un autobús lleno de gente, lloviendo a mares en Madrid, en un atascazo del quince, y yo, con la lágrima colgando sin el menor asomo de vergüenza...
Pues con éste me ha pasado lo mismo, pero de un modo mucho más privado, claro. Es lo que tiene estar de baja y no mover un dedo en tres meses... Dios, cómo echo de menos la X-box en momentos como este... Ah, por cierto, ya tenemos la batería del Rock Band en casa, y tres nuevos videojuegos sin abrir por culpa del Red ring of Death ¬¬
En fin, estoy que me disgrego, es lo que tiene que no paren de hablarme :P. Pues eso, que sigo adorando a Pérez-Reverte y deseando que edite de una vez ese libro que tanto promete.
No hay comentarios:
Publicar un comentario