07 marzo, 2010

Roma I

Bueno, sé que debería haber hecho esto antes, pero entre la falta de tiempo y que cada vez me cuesta más encontrar las ganas para escribir (y eso me preocupa una barbarie, espero que sea una racha más), no lo he hecho hasta ahora.

Pero aquí está, el post (o los cuatro post más bien :P) con toda la historia de nuestro viaje a la Ciudad Eterna. Lo primero que tengo que decir es que me he enamorado de esa ciudad, ¡me encanta! Es pequeña (la parte turística), accesible a pie, todo perfectamente indicado y bueno... es mágica, sin más. Pasear por sus calles es una maravilla, el carácter de la gente es muy parecido al español y, además, como parecíamos italianos, no nos han tratado en ningún sitio como a turistas idiotas, con lo cual, no hemos tenido nada más que una mala experiencia en cuanto a intento de timos y demás. No me había ido y ya quería volver...

Pero entremos al tema, que si no...

Bueno, el viaje comienza en Madrid, compañía aérea Low Cost (una mierda), viaje de dos horas y cuando nos faltan 20 minutos para aterrizar en Ciampino, el comandante dice que está nevando en Roma y que vamos a esperar esos 20 minutos antes de aproximarnos. Si no puede aterrizar, iríamos a Fiumicino. Pasado ese tiempo, nos dice que esperamos otros 20 minutos... Y al final, nos toca poner rumbo a Fiumicino. Eso ya me jode un poco los planes, porque con lo histérica que soy, ya había organizado todo el planing (ver post anterior :P) y claro, salíamos de Ciampino. Pero bueno, decidí respirar y no empezar con mal pie el viaje.

Aterrizamos al fin en Fiumicino sin excesivos problemas, salimos del avión y allí que nos vamos. Llegamos a la estación de tren, compramos billetes para Termini, y cuando nos vamos a montar en el tren nos enteramos de que, por la nevada, se había caído el tendido eléctrico y los trenes no circulaban... Cojonudo, una pasta perdida en billetes ¬¬. Hacemos una cola kilométrica en el puesto de información, con momento alemana-me-hago-la-despistada-y-trato-de-colarme, y cuando llegamos a ventanilla nos dicen que los billetes se devuelven en otra (con otra cola) y que si queremos coger el autobús (único medio de salida del aeropuerto) tenemos que correr porque sale ya. Vale, pasamos de los billetes, dame otros para el bus, que estoy hasta la polla. Corremos hasta el bus, y por fin nos ponemos en marcha hacia Roma!!!! ^_^

Y nada, empezamos a mirar alucinados por la ventana. Parecía que no habíamos salido de España, todo era super parecido... incluyendo la nieve, jejejeje. 25 años hacía que no nevaba en Roma y tenemos que ir justo cuando lo hace :). Pero bueno, el camino fue chulísimo. Y por fin entramos en Roma por la puerta de San Paolo, pasando por la Pirámide de Casio Cestio. No tengo fotos porque la cámara iba en la maleta y con las prisas no la había sacado. Pero iba con la boca abierta. Como marchábamos en dirección a Términi, acabamos pasando por la parte clásica, y fue lo más brutal, ver aparecer delante de tí el Coliseo, con toda su imponente silueta, rodearlo a escasos metros (casi parecía que podías tocarlo si sacabas la mano por la ventanilla), uffffff, demasiado para el cuerpo.

Llegamos al fin a Termini, y allí tuve que recolocar todo nuestro itinerario. Habíamos perdido horas preciosas, así que decidimos dejar las maletas en consigna y, como para ir al hotel teníamos que volver a la estación, empezar a ver la ciudad sin más. Y así lo hicimos. A pie, claro. Lo primero que íbamos a ver, Miguel Ángel por supuesto. El Moisés de la tumba de Julio II, en San Pietro in Vincoli. Pero de camino pasamos por la portada de la basílica de Santa Maria Maggiore.


Tras probar nuestro primer caffé latte en la ciudad eterna,

seguimos hacia San Pietro in Vincoli... Nuestro primer Miguel Ángel, nuestro primer encuentro con el genio, y... dios, no sólo colmó todas nuestras espectativas sino que las sobrepasó con creces. La sensación de estar allí, delante de esa tumba, de ese monumento al mal carácter del genio, a la perserverancia del Papa, ese monumento tan diferente a la idea original, del que he oído hablar durante toda mi vida... Describir lo que sentí al estar allí es imposible, no tengo palabras. Sólo que casi, casi, se me saltaron las lágrimas.

Tras babear el Moisés un largo rato, verlo apagado, encendido (hay que echar moneditas para encenderlo, como en algunas iglesias de España), de costado, de frente... decidimos seguir la ruta. La idea era ir a ver la Roma clásica, el Coliseo, los foros y el Palatino. Pero al llegar allí vimos que estaba cerrado y nos dijeron que abrían al día siguiente hasta las 9 de la noche. De todos modos, hicimos unas fotos chulísimas :)

Tras el encuentro fallido con la Roma más clásica, decidimos ir a ver el Gesú, así que ya de paso, atravesamos parte del foro de César (el más mejor de los más mejores!!!).

Y al final, llegamos al Gesú. A mí el barroco, como que no me hace mucha gracia. Pero ya me habían dicho que cuando entrara al Gesu, me encantaría. A día de hoy tengo que decir que sigue siendo uno de los estilos que menos me gustan, pero esta iglesia... pfffff, es la releche. Por fuera ya es impresionante, pero por dentro... Lamentablemente, las fotos que hice de la cúpula, sin trípode y sin flash salieron fatal, así que si os pica la curiosidad ya sabéis, visitar el Google o viajar a Roma ;).

Y ahora la cúpula.

Después de salir del Gesu se empezó a hacer de noche. En Roma anochece super pronto, así que este primer día nos pilló un poquito de sorpresa. Pero no íbamos a dejar que la noche nos fastidiara los planes, así que fuimos hasta San Andrea della Valle. La foto es malísima, porque sin luz y sin poder usar flash ni trípode, era imposible sacar nada. Pero os hacéis una idea, ¿no?

Después llegamos al Palazzo Massimo alle Colonne, una de las fachadas que más quería ver. Parecerá una chorrada, no es un palacio especialmente conocido ni visitado, pero su fachada me fascina. El modo en que tuvo Peruzzi de resolver la fachada, el problema del suelo irregular, y la maravillosa factura me encantan. Así que, a pesar de ser de noche, allí nos fuimos, cámara en mano, para disfrutar de la fachada tan especial ^_^.

Y como ya era bastante tarde, decidimos ir a terminar el día a la plaza Navona, que está al lado del Palazzo. Allí visitamos Santa Agnesse in Agone.


Y tras este completito día, completamente muertos, nos volvimos a Termini. Cogimos las maletas de la consigna, nos compramos unos sandwiches (exquisitos!!!!) de mozzarela y pomodoro en el super de la estación, una Fanta de naranja sanguina (no sé por qué no la traen aquí, está de muerte!!!!) y nos preparamos para llegar al hotel.

Nuestro hotel estaba fuera de Roma. Teníamos que coger una de las dos líneas de metro de Roma hasta el final y allí coger un autobús. Le preguntamos a un señor que tenía buena pinta (estábamos en los suburbios, todos eran jonys y vanes :P), y él, super amable, nos llevó hasta la misma puerta del hotel... por unos lugares oscuros, sin nada, todo descampado... Pensábamos que nos iban a hacer un secuestro exprés, jajajajaja. Pero no, es que cogimos un hotel de lo más chungo. Bueno, el hotel era estupendo, pero la zona era chunga chunga :P. Nos encantaba!!!! :)

Nos dimos una ducha laaaaaaarga y calentita, descargamos las fotos a Ufuuu (léase el miniportátil de mi legítimo), y nos fuimos a dormir porque estábamos demasiado cansados. Y al día siguiente nos teníamos que levantar a las 6:30...

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