Pues nuestro segundo día de viaje comienza tempranísimo, a las 6.45 de la mañana. ¿Por qué? Pues porque teníamos que estar a las 9 en la puerta de los Museos Vaticanos y por nada del mundo queríamos llegar tarde. Así que nada, nos levantamos, desayunamos el buffet libre del hotel (normalito, no nos vayamos a engañar, pero yo como ahora apenas como... pues tampoco pasa nada :P), y nos marchamos en el periplo diario de coger autobús y metro.
El metro en Roma es genial, sólo tiene dos líneas y están colocadas en aspa.
El metro en Roma es genial, sólo tiene dos líneas y están colocadas en aspa.
Nuestro hotel estaba al final de la línea A, la roja, en Anagnina. Ahí teníamos que coger un autobús tres paradas. En total, tardábamos en llegar a Términi unos 45 minutillos, que no está nada mal teniendo en cuenta el tamaño de Roma (pequeña :P). Vamos, que estábamos a tomar por culo. El siguiente viaje (que lo habrá :D), nos cogemos un hotel más céntrico, jejejeje.
Pues eso, nos fuimos temprano, y a eso de las 9 estábamos llegando a la puerta de los Museos Vaticanos. La verdad es que la puerta en sí me decepcionó un montón. Acostumbrada al Louvre, o al Prado, a los grandes museos europeos, esa puerta cutroncilla queda un poco... no sé, como rara.
Pues eso, nos fuimos temprano, y a eso de las 9 estábamos llegando a la puerta de los Museos Vaticanos. La verdad es que la puerta en sí me decepcionó un montón. Acostumbrada al Louvre, o al Prado, a los grandes museos europeos, esa puerta cutroncilla queda un poco... no sé, como rara.
Pero una vez dentro, comienza la maravilla. Yo tenía muy claro que a mí de los museos vaticanos me interesaban muy poquitas cosas. Las estancias de Rafael, la Sixtinia y la Paulina (que no se puede ver ¬¬), el torso Belvedere, el Laocoonte y poco más. Así que el resto, lo recorrimos relativamente deprisa. El museo egipcio o el etrusco como que los pasamos rapiditos, porque realmente tienen obras menores, que sí, que están muy bien, pero nada que no se mejore con el Louvre...
Sin embargo, las grandes galerías, como la sala de los mapas son impresionantes. Unos techos, una decoración en las paredes... uf, impresionante. De todos modos, todo el mundo me había dicho que los Museos Vaticanos eran impresionantes, que había cantidad de cosas, que te dejaban con la boca abierta... Y yo no me llevé para nada esa sensación. Más bien al contrario. Es decir, vale, son opulentos, pero realmente a mí me parece más opulento el tantas veces citado Louvre... No estoy para nada de acuerdo con quienes hablan de los tesoros del Vaticano como algo negativo. También es cierto que de las mejores piezas no hay ni rastro en la parte pública...
Pero vayamos al lío. Entramos, recorrimos el museo egipcio y después... ay! después. ¡¡El patio de la piña!!
Sin embargo, las grandes galerías, como la sala de los mapas son impresionantes. Unos techos, una decoración en las paredes... uf, impresionante. De todos modos, todo el mundo me había dicho que los Museos Vaticanos eran impresionantes, que había cantidad de cosas, que te dejaban con la boca abierta... Y yo no me llevé para nada esa sensación. Más bien al contrario. Es decir, vale, son opulentos, pero realmente a mí me parece más opulento el tantas veces citado Louvre... No estoy para nada de acuerdo con quienes hablan de los tesoros del Vaticano como algo negativo. También es cierto que de las mejores piezas no hay ni rastro en la parte pública...
Pero vayamos al lío. Entramos, recorrimos el museo egipcio y después... ay! después. ¡¡El patio de la piña!!
Me encanta, lo adoro, me fascinó totalmente :). Y la hornacina gigante de Miguel Ángel más aún... Vamos, que así salgo de sonriente en la foto ^_^. Me encantó también la cabeza de Augusto joven:
Luego pasamos al museo romano, donde entre muchísimos bustos apareció al fin el Laocoonte. Me he pasado media vida oyendo hablar de esta escultura y, aunque es magnífica, me decepcionó un poquillo. Supongo que es lo de siempre, cuando tienes muchas espectativas puestas en algo... En la foto salgo con cara de María Magdalena porque teníamos unos catalanes al lado hijos de puta que no dejaban de incordiar y me estaban poniendo de una mala baba...
El Apolo Belvedere sí que me gustó, me encantó, me fascinó y le hice cantidad de fotos, babeándole un buen rato ^_^.
Después pasamos por varias salas sin la "mayor" importancia (es decir, brutales, pero teníamos cosas mejores que ver), hasta llegar a... ¡¡El torso Belvedere!! Joder, éste sí que me impresionó. Vale que estábamos solos viéndolo, pero no sé, tiene algo, una fuerza, una virilidad increíble. Alucinante. Normal que influyera tanto en todos los artistas manieristas y sobre todo en Miguel Ángel.
Tras esto, otra caminata por varios tipos de museos, hasta llegar al fin a las estancias de Rafael. Alucinantes, se me caía la baba. Desde que empecé a recorrer esta parte no pude cerrar la boca hasta salir de la Sixtina. No pongo más que un par de fotos para no saturar el post, pero vamos, os recomiendo que si os gustan, busquéis en internet porque son la leche. Por supuesto, de la Sixtina no se pueden hacer fotos, y había unos guardias de seguridad la mar de atentos que te echaban la peta de malos modos en cuanto te veían sacar la cámara. Y me parece genial, y más que tenían que haber hecho, porque joder, hay mil imágenes de la Sixtina. Contémplala y disfruta y deja las putas fotos para bajártelas de Internet ¬¬. Os pongo una imagen del Incendio del Borgo y la más conocida, la de la Escuela de Atenas.
Y después, vendría la Sixtina, que ya digo que no tengo fotos propias. Y no creo que me hagan falta, porque tengo cada centímetro de ese techo grabado en la retina. Ese día supe que Dios existía y que se llamaba Miguel Ángel. No sé cuánto tiempo estuve contemplando el techo (con breves miraditas a los laterales, con un par de Boticcellis preciosos), ni me importa. Estuvo bien empleado cada segundo. Es pura magia, puro arte. Nací para ese momento... ayssssss, fue especial.
Poco después, salíamos de los museos por la preciosa rampa.
Poco después, salíamos de los museos por la preciosa rampa.
Pero el día no terminaba aquí... noooooo, para nada, no había hecho más que comenzar ^_^. Ahora tocaba ir a San Pedro. La cola era impresionante, y daba la vuelta a uno de los lados de lac columnata. Pero la verdad es que era bastante rápida. Había que pasar por un detector y luego ya, directos a la Basílica más importante de la Cristiandad.
La sensación al entrar fue de total y absoluto alucinamiento. No había dónde posar la vista, mil cosas por ver, mil mármoles, dorados, pórfidos... No había descanso, no había modo de contemplar nada. Apabullante, uno se siente muy muy muy pequeñito cuando entra en San Pedro.
Y claro, lo primero para ver, La Piedad, como no podía ser de otro modo.
Y claro, lo primero para ver, La Piedad, como no podía ser de otro modo.
Después, pues siguiendo un poco nuestro instinto. El baldaquino, la Cátedra de San Pedro, las cuatro esculturas de las hornacinas centrales... pero todo todo tan impresionante, que la verdad, no tengo un recuerdo nítido de San Pedro. Sólo sé que no podía terminar de cerrar la boca, y pensaba todo el rato, si esto es así ahora, lleno de turistas gilipollas, ¿qué debían pensar los peregrinos que llegaban aquí en pleno S. XVI? Sin duda, es una de esas obras que te muestran la grandeza de Dios, y lo dice una atea...
A la salida, las fotos de rigor con toda la plaza de fondo.
A la salida, las fotos de rigor con toda la plaza de fondo.
Decidimos ir paseando hasta el Castel y el Pont Sant'Angelo. No entramos, porque llevábamos una agenda apretada, y realmente, dentro es un museo, así que toda la arquitectura interior es moderna. Desde arriba por lo visto hay una vista preciosa de Roma, pero... es que odiamos las vistas aéreas Y_Y. Así que nos conformamos con admirar el castillo medieval desde fuera, cruzar el puente con los angelitos, e imaginar al Papa Borgia corriendo por toda la avenida que une San Pedro con el Castillo, con la casulla arremangada, huyendo de las tropas Imperiales del Monarca español, jejejeje.
Tras pasar por la Zecca y hacer una breve parada en la Chiesa Nuova, tocaba comer. Paramos en un restaurante decorado al estilo francés del XVIII, todo super fashion. Comimos una pasta estupenda, y al perder en total una hora y pico, decidimos que era demasiado tiempo y que no nos lo podíamos permitir. A partir de entonces, comeríamos de sandwiches y trozos de pizza, jejejeje. Había demasiadas cosas que ver como para andar comiendo :P. Así que llegamos a Santa Maria della Pacce.
Después, decidimos ir a ver la Piazza Navona a la luz del día, jejejeje, que iba tocando. Es una plaza llena de ambiente, genial para pasear, aunque la fuente de los cuatro ríos estaba en restauración >_<. Pero bueno, al menos vimos las otras dos fuentes, y la de los Cuatro Ríos se podía ver a través de unos paneles transparentes, pero que estaban tan llenos de mierda que hacer una fotografía era imposible. Primero vimos la fuente de Neptuno.
Después una breve parada en la de Los Cuatro Ríos. Cuenta la leyenda que Bernini hizo que la figura que estaba enfrente de Santa Agnesse tuviera la mano levantada porque Borromini, arquitecto de la iglesia, era tan pésimo que estaba seguro que se caería ;).
Pero aún quedaba un punto fuerte por ver en este día... ¡¡El Pantheon!! Increíble y maravilloso, impresionante, aunque más por fuera que por dentro, ya que debido a las reformas, ha perdido todo su carácter. Pero bueno, contiene la tumba de Rafael Sanzio, así que merece la pena :). Y bueno, la cúpula... la cúpula es sencillamente espectacular, increíble. Me emocioné terriblemente.
Justo en un lateral del Pantheon hay una callejuela que lleva a una de las iglesias que más quería ver en Roma, Santa María Sopra Minerva. Y esto por dos motivos, el Elefantino de la puerta :P, y el Cristo de Miguel Ángel. Y ambas cosas vimos, y yo fui muy muy feliz, jejejejeje. El Elefantino es una gansada, pero genial. Y el Cristo... maravilloso, como todo Miguel Ángel. Si ya adoraba a este genio como el mejor, después del viaje a Roma es que nada ni nadie podrá desbancarlo...
La idea era volver andando, pasando por el Campidoglio (la plaza diseñada por Miguel Ángel) y entrar en la parte clásica de la ciudad de noche, para verla iluminada, porque recordemos que un Carabinieri nos había dicho que abrían hasta las 9 de la noche. Pues bien, al Campidoglio llegamos, y hasta vimos a la Loba.
...cuando llegamos a la puerta del Coliseo, estaba cerrado. Esta vez pasamos de preguntar y directamente miramos los horarios en la entrada. Vale, sólo abren hasta las 16.00 ¬¬. Vamos a matar al Carabinieri... ¿Y ahora qué hacemos? Pues como estamos muertos, hacer unas preciosas fotos del Coliseo iluminado y volver al hotel, porque estamos a punto de deshacernos...
Eso sí, no sin antes hacer una foto a uno de los famosos gatos romanos, que estaba el jodío todo calentito subido encima de un foco. Pero no sé cómo carajo hice la foto, que parece un gato nightmare :P Y con él, y nuestro regreso al hotel, termina el segundo día de viaje. Ducha, pies terriblemente doloridos, pero una sonrisa de oreja a oreja.
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