11 enero, 2007

Uno de esos días

Hoy es uno de esos días en que piensas: ¿cómo carajo ha sobrevivido la raza humana con lo estúpidos que somos? Sí, tengo un mal día, pero no un día especialmente malo por algo en especial, sino porque es uno de esos en que ves que la gente, por su adocenamiento (preciosa palabra de Birlanga, adocenamiento, juntar en docenas, cosificar) o por su borreguismo, te va haciendo pequeñas putadas. Valga un ejemplo. Metro de Madrid, Línea 10 a las 18:30 de la tarde, estación Nuevos Ministerios, dirección Puerta del Sur (vamos, que la leche la gente que hay). Todos apretados como sardinas en lata. Yo que cierro mi libro y lo bajo hasta mis rodillas para no molestar. Y una maruja con abrigo de pseudo-pieles (¿puede haber algo más lamentable y patético que ese "quiero y no puedo"?) ha decidido que mi brazo (único apoyo que tiene mi cuerpo para mantener la verticalidad) era un estupendísimo atril. Claro, así ha pasado, que cuando su precioso marcapáginas de las Meninas se ha doblado justito por la mitad ha puesto mala cara. Vaya, qué pena, que trastabilleo más tonto que he tenido...

Y así todo el día, terminando de rematar que en la Línea 7 se ha sentado a mi lado un ecuatoriano baboso, y me ha seguido hasta la calle. Incluso he tenido que pararme en medio de la acera mientras hablaba por el móvil para provocar que se marchara de una vez. Y aún así, cada dos por tres se daba la vuelta y miraba para atrás... He tenido que seguir otro camino más largo, porque me veía vaciándole las cuencas de los ojos con la llave de mi portal (no os riáis, una buena llave puede ser una estupenda arma de fortuna...).

Eso sin contar el precioso mail que hoy me han reenviado de la sustituto de la sinvergüenza de Gema Palomo, mi profesora de Arte Egipcio. Después de que la susodicha se pillara la baja de rigor allá por mediados de octubre (depresión dice que tiene, una depresión que la dura ya más de 5 años y que se le presenta en períodos recurrentes, para ir a curársele justito cuando empieza un nuevo trimestre...), nos mandaron a una becaria-chica para todo-buena para nada allá por principios de diciembre (sí, dos meses casi después de la baja de la otra). Bueno, pues dejando de lado de que la muchacha no tiene ni zorra de nada, se ha tenido que volver a marchar a no se donde a hacer no se qué, y el lunes nos prometieron que llegaría un sustituto (sí, a 8 de enero y con los exámenes encima). Bueno, el susodicho no ha venido ni el lunes ni el martes. Y encima la señorita Valtierra (becaria y tal) tiene el morro de decir que somos unos derrotistas, y que no deberíamos quejarnos sino aceptar las pocas clases que podamos tener, porque lo importante es entrar a un museo y entender algo, y a lo mejor, eso nos queda claro en lo que queda de curso (que son 3 clases exactamente). Ni que decir tiene que no me he podido contener y la he contestado explicándole un par de cositas sobre las ganas de aprender y de por qué no se puede con gente como ellos.

Y digo yo, ¿por qué carajo no extiende Dios de una vez su puñetera furia vengadora y nos aniquila a todos? Esa es una clara prueba de que Dios no existe, y si existe, no es omnipotente. Nadie puede crear a posta una raza tan profundamente subnormal como la raza humana.

2 comentarios:

Parmenio dijo...

Amen, hermana.

Siempre he dicho que el ser humano es el mayor animal que pisa la Tierra. Mientras todos los animales intentan vivir en armonía con la naturaleza, nosotros nos la cargamos y nos cargamos a los de nuestra propia especie. No nos cansamos de hacer burradas por el mundo, con el prójimo y con lo que haga falta.

Ely Vinerberg dijo...

Y lo peor de todo es que la mayor parte de las veces ni siquiera es por maldad, sino por ignorancia y estupidez...