22 mayo, 2007

Mal trimestre

Que mayo no está siendo un buen mes es algo que salta a la vista, la verdad. El aroma a flores me acompaña, se ha quedado impregnado en mi ropa y no es agradable. Un par de rosas rojas están en el cabecero de mi cama, pertenecientes a un ramo hermoso y triste, que me impide olvidar. Y aún me pregunto por qué no puedo dormir por las noches... Bueno, en realidad duermo, pero no descanso. Me despierto por las mañanas y el peso del mundo amenaza con aplastarme. La tentación de taparme la cabeza y olvidar al mundo y que el mundo se olvide de mí es demasiado grande. Pero me levanto (¡bendita inercia!), y continuo con la vida.

Hoy he tomado una decisión difícil, quizá no lo parezca, pero lo ha sido. No me voy a presentar este trimestre a S. XVI, lo haré en septiembre. ¿El motivo? Porque cuando aún quedaba tiempo no tenía ganas, y ahora no tengo tiempo ni ganas. Tengo que hacer un trabajo, transcribir las clases, y no puedo. Coloco los cascos en la grabadora, abro el documento de word, le doy al play, escribo dos frases y no puedo más. Quizá más adelante, quizá en verano, quizá...

Creo que estoy bien, miro en mi interior, y veo el dolor lógico y que lo llevo bien, lo estoy superando, me río, hablo con la gente, salgo... Pero no debe ser así. Mis actos dicen otras cosas, no duermo, olvido cosas que antes jamás olvidaría (ayer me dejé el zippo en casa :S), estoy susceptible, irritable, encabronada con el mundo, triste en definitiva. Incluso he metido la pata en el curro, he liado una muy gorda, algo que jamás me había pasado y que jamás pensé que llegaría a pasar. No lo veo en mí, no lo siento, pero cuando miro lo que hago desde fuera, sí soy capaz de verlo. ¿Por qué? ¿Qué es lo que hace que sea una extraña para mí misma? ¿Por qué tengo un espejo que deflecta las meditaciones como si fuera el dolor mismo?

En fin, espero que para el verano tenga ganas de estudiar, porque tengo muchas asignaturas, dos trabajos que hacer, y tengo que conseguir que merezca la pena, que la espera y la lucha merezcan la pena.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No estás siendo demasiado dura contigo misma? Quizá te estás exigiendo demasiado y, aunque racionalmente sepas qué hay qué hacer y cómo seguir adelante, te estás encontrando que hay algo más fuerte que te frena, que no te permite responder como te gustaría, que te impide actuar como si nada hubiese pasado.
Las heridas acaban cerrándose, quedando una cicatriz profunda que te recordará siempre por qué está ahí. Permítete llorar, sufrir, equivocarte, estar en vela e incluso preguntarte quién eres, porque aunque seas muy fuerte, también eres humana. Date tiempo.

Mameluco dijo...

Cuando las cosas son como son, lo mejor es decir, salga como salgan está bien.

No hay que luchar mucho en algunos momentos porque la lucha se puede perder y en los baches no queremos infortunios ni derrotas que retroalimenten nuestra desdicha...

Los ánimos a veces son inútiles, pero ánimo de todas formas...