Hoy tengo un mal día

Bueno, hoy tengo un mal día, no especialmente malo, tampoco especialmente bueno. En Madrid llueve a cántaros y no tiene pinta de ser pasajero, y ya eso por sí sólo me deja tocado el ánimo. Además, mi jefe nos ha dicho que lunes, martes y miércoles vamos a tener que ir por la tarde a trabajar, en la oficina que está en Alcobendas... Es una mierda, pierdo la primera semana entera de clase, y esto no ha ayudado a mejorar mi humor.

Y luego encima en el curro me han dejado por imbécil ante el Juez de Vigilancia Penitenciaria. El hombre en cuestión es un poco cortito (es sorprendente lo bien que sabe sacar oposiciones la gente que no tiene la más mínima inteligencia emocional...), y me ha pedido que le haga un auto nuevo. Cuando lo he hecho, las funcionarias que son unas pedorras y unas cabronas (a una la hice esperar un mes y medio antes de solucionarle un problema), dicen que no quieren auto nuevo, sino que machaque el antiguo. Les dijo que se jodan (más finamente), pero que el auto ya está hecho... Y se quejan al Juez de que no me he enterado de lo que querían. No señoritas, se perfectamente lo que queréis, pero si me decís blanco, lo hago blanco y ya se puede poner la Virgen Santísima de parto que no lo cambio a negro. Trabajar por trabajar porque seáis tontos del culo, pues como que no. Así que para rematar la faena, he quedado como tonta yo ante un juez que es más corto que las mangas de un chaleco (ni siquiera sabe abrir documentos adjuntos del Outlook).

Con todo me han vuelto las ganas de mudanzas. Cada odio más la mierda que me rodea en Madrid, y ni siquiera la carrera, que debería ser un aliciente, lo es ya, con profesores más preocupados por su salario íntegro que por tener un poco de vergüenza torera. Menos mal que me quedan mis libros y mi consola (que la jodía me habla y me echa la bronca... tremendo), y que esta noche me voy a tomar unas cañas al Santos y, probablemente, una ración de champiñones. Y a la puta mierda la dieta.